El punto de vista bíblico
¿Deben usar títulos religiosos los cristianos?
MUCHO se ha hablado sobre la escasez de vocación sacerdotal que hoy se observa en la cristiandad, pero no se puede decir lo mismo de los títulos religiosos que emplean. Hay títulos sencillos, pero también los hay ostentosos. Estos son algunos de los ejemplos más comunes:
Clérigo: “Reverendo”.
Obispo anglicano: “Reverendísimo Señor Obispo”.
Obispo católico: “Su Excelencia, Ilustrísimo y Reverendísimo Monseñor”.
Cardenal: “Su Eminencia”.
El Papa: “Santo Padre”.
Los títulos “reverendo” y “obispo” se han usado ya por tanto tiempo, que a la mayoría de los laicos no les suenan mal. Pero ¿autoriza su uso la Biblia?
“Reverendo”, “Obispo” y “Cardenal”
En relación con el Salmo 111:10, una traducción reciente de la Biblia (La Biblia de las Américas), emplea en las notas marginales la siguiente lectura alternativa: “El principio de la sabiduría es la reverencia por el Señor”. ¿A qué “Señor” se refiere el salmista? Una traducción católica vierte este pasaje de la siguiente manera: “El principio de la sabiduría es temer a Yavé [Jehová]”. (Nácar Colunga, 1963.) Por consiguiente, de acuerdo con la Palabra de Dios, el temor piadoso, o “la reverencia”, corresponde única y exclusivamente a Jehová, el Todopoderoso. ¿Sería propio, entonces, otorgárselo a humanos?
Pablo escribió a Timoteo que “aspirar al cargo de ‘obispo’ es desear una excelente función”. (1 Timoteo 3:1; Serafín de Ausejo, 1975.) No obstante, la traducción de J. T. de la Cruz ofrece una lectura alternativa al pie de la página para esta expresión, al decir: “Obispo, anciano o Pastor”. Los términos “anciano” y “superintendente” (obispo) se emplearon entre los primeros cristianos para aludir a los que tenían responsabilidades directivas. Pero ¿eran títulos? No. Ellos nunca emplearon expresiones como “el obispo Pedro” o “el anciano Santiago”. Por esa misma razón, los varones testigos de Jehová que ya han alcanzado la madurez espiritual y sirven de ancianos en la congregación, no emplean el término “anciano” como un título. Tanto “superintendente” (obispo) como “anciano” son términos que aplican a los que ocupan una posición de autoridad y responsabilidad, y definen tanto sus aptitudes como el trabajo que hacen.
¿Se halla en la Biblia el título “cardenal”? No, en ninguna versión, cosa que la propia Iglesia católica reconoce. A este respecto, la obra Historia de la Iglesia Católica dice: “Reciben el nombre de presbyteri cardinales (de[l latín] cardo, quicio), porque eran como el quicio y el eje de aquella iglesia”. (B.A.C., tomo 2, página 147.) De ellos dijo el papa Eugenio IV: “Así como la puerta de una casa gira sobre sus quicios, la sede apostólica, puerta de toda la iglesia, descansa y encuentra apoyo en el cardenalato”. (New Catholic Encyclopedia.) Esta misma enciclopedia indica que “los cardenales gozan del privilegio de ser llamados ‘Su Eminencia’”. Su posición conlleva el uso del capelo rojo y el manto púrpura. Pero ¿tuvieron los apóstoles estos ‘privilegios’? La respuesta bíblica es no.
“Señor”, “Monseñor” y “Padre”
¿Se debe emplear el título “señor” en sentido religioso para aludir a clérigos, como los obispos anglicanos? A los prelados católicos se les suele llamar “monseñor”, que significa “mi señor”. Además, hay países en los que a los ministros de la Iglesia holandesa reformada se les llama dominee, un título derivado del latín dominus, que significa “señor”. No obstante, Jesús les dijo a sus discípulos: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas [...]. Mas entre vosotros no será así”. (Mateo 20:25, 26; Valera, 1960.) Además, el apóstol Pedro escribió: “Apacentad [...], no [...] como queriendo ser amos y señores de vuestros propios fieles, sino procurando ser modelos para el rebaño”. (1 Pedro 5:2, 3, FF. *) Y cuando Jesús humildemente lavó los pies de sus discípulos, dijo: “Me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy en verdad”. (Juan 13:13, FF.) ¿Es propio, entonces, que los hombres empleen títulos religiosos que solo pertenecen a Dios y a su Hijo?
¿Se debe usar el título religioso “padre”? Aunque católicos y anglicanos suelen emplearlo, Jesús enseñó en su día a sus discípulos: “Ni deis entre vosotros a nadie el título de padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos”. (Mateo 23:9, FF.) La versión Valera (1960) lo vierte de modo parecido: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra”. ¿Por qué han desobedecido el clero y sus seguidores este mandato del Señor Jesucristo?
Al Papa se le suele llamar “Santo Padre”, pero en el Vaticano acostumbran llamarle Santissimo Padre. Sin embargo, la expresión “Padre santo” se emplea una sola vez en la Biblia y es título exclusivo del Ser Supremo. (Juan 17:11.) ¿Es propio emplear este título para aludir a humanos imperfectos?
Transgresión religiosa
Analice el contexto de Mateo 23:1-12. Jesús inicia el pasaje refiriéndose a los fariseos —destacada secta del judaísmo—, legalistas e inflexibles en la observancia del más mínimo detalle de la ley mosaica. Gustaban de vestir y actuar para llamar la atención. Su religiosidad era ostentosa: por su vestimenta, por ocupar lugares prominentes en las comidas y los asientos delanteros en las sinagogas, y por los títulos de honor que se conferían. Exigían que se les otorgase mayor respeto que a los padres, y les complacía que les llamasen “padre”. No obstante, Jesús mostró que todos sus seguidores, por ser hijos de Dios, son iguales. Cualquier título que sugiera lo contrario supone una usurpación arrogante de lo que solo le corresponde a Dios. Jesús prohibió usar el término “padre” como título de honor religioso e insistió en que sus seguidores solo tendrían un Padre en la fe: Jehová.
¿No es evidente que muchos clérigos han invadido un ‘ámbito sagrado’ que solo pertenece a Dios y a su Hijo, y han desviado hacia sí, hombres imperfectos, una reverencia que no les pertenece? Los verdaderos cristianos no emplean títulos religiosos aduladores ni veneran al clero. Para los testigos de Jehová, el único término apropiado para el ministro cristiano es “hermano” (2 Pedro 3:15), lo que armoniza con las palabras de Jesús: “Todos vosotros sois hermanos”. (Mateo 23:8, FF.)
^ párr. 15 La abreviatura FF corresponde a la traducción del Nuevo Testamento, de Felipe de Fuenterrabía.