Las Buenas Noticias según Juan 3:1-36
Notas
Notas de estudio
Nicodemo. Era un fariseo y “un gobernante de los judíos”, es decir, un miembro del Sanedrín (ver glosario, Sanedrín). El nombre Nicodemo, que significa ‘vencedor del pueblo’, era muy conocido entre los griegos y también lo usaban algunos judíos. El Evangelio de Juan es el único donde se menciona a Nicodemo (Jn 3:4, 9; 7:50; 19:39), y Jesús lo llama “maestro de Israel” en Jn 3:10. Ver la nota de estudio de Jn 19:39.
nace de nuevo. Aquí Jesús le explica a Nicodemo que la persona que quiera ver el Reino de Dios tiene que nacer por segunda vez. La respuesta de Nicodemo en el versículo 4 indica que entendió las palabras de Jesús literalmente, es decir, que la persona tendría que volver a nacer como humano. Sin embargo, Jesús explica a continuación que este segundo nacimiento implicaría nacer “del espíritu” (Jn 3:5). Los que llegaran a ser hijos de Dios no nacerían “de sangre ni por voluntad humana ni por la voluntad de un hombre”, sino que nacerían “de Dios” (Jn 1:12, 13). Pedro usa una expresión bíblica parecida en 1Pe 1:3, 23, donde dice que los cristianos ungidos reciben “un nuevo nacimiento”. En Jn 3:3, se usa el término griego ánōthen, que normalmente significa ‘de lo alto’ o ‘de arriba’ (Jn 3:31; 19:11; Snt 1:17; 3:15, 17). Por eso, aunque la mayoría de las Biblias usan la expresión nacer de nuevo, muchas lo traducen como “nacer de lo alto” o “nacer de arriba”. Todas estas traducciones transmiten la idea de que los que entrarían en el Reino tendrían un nuevo nacimiento “de Dios” o, lo que es lo mismo, de arriba (1Jn 3:9). Pero, por la respuesta de Nicodemo, parece que en este contexto el término griego también se puede entender como ‘otra vez’ o ‘de nuevo’.
el Reino de Dios. Esta expresión solo aparece dos veces en el Evangelio de Juan (Jn 3:5). Ver las notas de estudio de Mt 3:2; Mr 1:15.
nace del agua y del espíritu. Es probable que Nicodemo conociera los bautismos que realizaba Juan el Bautista (Mr 1:4-8; Lu 3:16; Jn 1:31-34). Así que, cuando Jesús habló del agua, es razonable suponer que Nicodemo entendió que se refería al agua del bautismo. También es probable que Nicodemo supiera cómo se usa en las Escrituras Hebreas la expresión “espíritu de Dios”, es decir, la fuerza activa de Dios (Gé 41:38; Éx 31:3; Nú 11:17; Jue 3:10; 1Sa 10:6; Is 63:11). Por eso, cuando Jesús usó el término “espíritu”, Nicodemo debe haber entendido que hablaba del espíritu santo. El propio ejemplo de Jesús ilustra lo que le estaba explicando a Nicodemo. Cuando Jesús fue bautizado en agua, el espíritu santo descendió sobre él. Así que él nació “del agua y del espíritu” (Mt 3:16, 17; Lu 3:21, 22). Justo entonces, Dios declaró que era su Hijo, lo que al parecer indicó que a partir de ese momento Jesús era su Hijo engendrado por espíritu y que tenía la perspectiva de regresar al cielo. Un discípulo de Jesús que “nace del agua” ha dejado atrás su anterior forma de vida, se ha arrepentido de sus pecados y ha sido bautizado en agua. Pero los que nacen “del agua y del espíritu” son engendrados por Dios para convertirse en sus hijos con la perspectiva de vivir como espíritus en el cielo y gobernar en el Reino de Dios (Lu 22:30; Ro 8:14-17, 23; Tit 3:5; Heb 6:4, 5).
espíritu. O “fuerza activa”. Aquí la palabra griega pnéuma se refiere a la fuerza activa de Dios. Ver glosario.
Lo que ha nacido de la carne es carne. La palabra griega para “carne” (sarx) aquí se refiere a un ser vivo con las limitaciones de un humano de carne y hueso. Ver la nota de estudio de Jn 17:2.
es espíritu. Al parecer aquí se está refiriendo a alguien que ha sido ungido por el espíritu de Dios.
viento [...] espíritu. El término griego pnéuma, a menudo traducido como “espíritu”, aparece dos veces en este versículo. El primer caso es la única vez en todas las Escrituras Griegas Cristianas donde se traduce como “viento”. Sin embargo, el equivalente hebreo rúaj se traduce así unas 100 veces en las Escrituras Hebreas (Gé 8:1; Éx 10:13; 1Re 18:45; Job 21:18; Zac 2:6; ver glosario, espíritu). Tanto el término griego como el hebreo por lo general se refieren a algo que no se ve pero que suele revelar una fuerza en acción. Jesús usa esta expresión para explicar una profunda verdad espiritual. Al final del versículo vuelve a usar este término cuando habla de “todo el que ha nacido del espíritu”, es decir, de alguien que ha sido engendrado por el espíritu santo, o la fuerza activa, de Dios (ver la nota de estudio de Jn 3:5). Jesús explica que nacer del espíritu se puede comparar a cuando sopla el viento. Nicodemo puede oír, sentir y ver los efectos del viento, pero no sabe de dónde viene ni adónde va. Del mismo modo, a los que no tienen comprensión espiritual les cuesta entender cómo Jehová puede hacer que alguien vuelva a nacer por medio del espíritu. También les cuesta captar el futuro glorioso que le espera a esa persona.
Hijo del Hombre. Ver la nota de estudio de Mt 8:20.
así tiene que ser alzado el Hijo del Hombre. Aquí Jesús establece un paralelo entre su ejecución en el madero y el relato de la serpiente de cobre que Moisés colocó en un poste en el desierto. Para sobrevivir, los israelitas que habían sido mordidos por serpientes venenosas tenían que mirar la serpiente de cobre. Del mismo modo, los seres humanos pecadores que desean vivir para siempre tienen que fijar la mirada en Jesús demostrando fe en él (Nú 21:4-9; Heb 12:2). A muchos les pareció que Jesús era un delincuente y un pecador porque murió en un madero. Según la Ley mosaica, se consideraba maldita a la persona colgada en un madero (Dt 21:22, 23). Pablo citó de este pasaje de la Ley para explicar que Jesús tenía que ser colgado en un madero para liberar a los judíos “de la maldición de la Ley” llegando a ser una maldición en lugar de ellos (Gál 3:13; 1Pe 2:24).
amó. Esta es la primera vez que aparece el verbo griego agapáō (“amar”) en el Evangelio de Juan. Este verbo y el sustantivo relacionado agápē (“amor”) aparecen un total de 44 veces en este Evangelio, más que en los otros tres Evangelios juntos. En la Biblia, ambos términos aluden con frecuencia a un amor sin egoísmos, guiado o regido por principios. Un ejemplo es este versículo, donde se dice que Dios amó al mundo, refiriéndose a los seres humanos que necesitan ser redimidos de sus pecados (Jn 1:29). El sustantivo se usa en 1Jn 4:8, donde dice que “Dios es amor”. El amor (agápē) aparece como el primero de los aspectos del “fruto del espíritu” en Gál 5:22 y se describe al detalle en 1Co 13:4-7. El uso que se le da a este término en las Escrituras muestra que es más que una simple respuesta emocional hacia otra persona. Tiene un sentido más amplio en muchos contextos, donde a menudo se expresa de forma razonada y deliberada (Mt 5:44; Ef 5:25). Por eso, el amor que demuestran los cristianos debe incluir un sentido moral que toma en cuenta el deber, los principios y lo que es apropiado. Pero también suele incluir un sentimiento de tierno cariño por otra persona (1Pe 1:22). Así es como se usa este término en el Evangelio de Juan. Al escribir en Jn 3:35 que “el Padre ama al Hijo”, Juan usó una forma del verbo agapáō. Pero usó una forma del verbo griego filéō, que tiene el sentido de ‘querer’ o ‘tener cariño’, cuando registró lo que dijo Jesús acerca de esa relación con su Padre (Jn 5:20).
al mundo. La palabra griega kósmos está muy relacionada con la humanidad en las obras griegas seglares y en particular en la Biblia (ver la nota de estudio de Jn 1:10). En este contexto, kósmos alude a todos los seres humanos redimibles, a quienes en Jn 1:29 se les describe como pecadores por haber heredado el pecado de Adán.
Hijo unigénito. La palabra griega monoguenḗs, traducida tradicionalmente como “unigénito”, tiene el sentido de ‘solo en su clase’ o ‘único’. En los escritos del apóstol Juan, este término se usa solo con Jesús (Jn 1:14; 3:18; 1Jn 4:9; ver la nota de estudio de Jn 1:14). Aunque es cierto que también se les llama hijos a otros seres espirituales creados por Dios, Jesús es el único al que se le llama “Hijo unigénito” (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7). Jesús, el Hijo primogénito, es el único creado directamente por su Padre. Por eso se puede decir que es único, diferente a todos los demás hijos de Dios. Los demás fueron creados, o engendrados, por Jehová mediante su Hijo primogénito. Pablo usa el término griego monoguenḗs de forma parecida cuando dice que Isaac era el “hijo unigénito” de Abrahán (Heb 11:17). Aunque Abrahán tuvo a Ismael con Agar y a varios hijos más con Queturá (Gé 16:15; 25:1, 2; 1Cr 1:28, 32), Isaac fue “unigénito” en un sentido especial: fue el único hijo de Abrahán que nació por la promesa de Dios y el único hijo de Sara (Gé 17:16-19).
que demuestre tener fe en él. Lit. “que crea en él”. El verbo griego pistéuō (relacionado con el sustantivo pístis, que normalmente se traduce como “fe”) tiene el significado básico de ‘creer’ o ‘tener fe’, pero puede transmitir otros matices dependiendo del contexto y las construcciones gramaticales. Con frecuencia implica más que solo creer o reconocer que alguien existe (Snt 2:19). También indica que es una fe o confianza que motiva a obedecer. En Jn 3:16, el verbo griego pistéuō aparece acompañado de la preposición eis (“en”). Un experto dijo acerca de esta combinación griega: “Se piensa en la fe como actividad, como algo que los hombres hacen; por ejemplo, poner la fe en alguien” (An Introductory Grammar of New Testament Greek [Gramática del griego del Nuevo Testamento], Paul L. Kaufman, 1982, pág. 46). Obviamente Jesús está hablando de una vida caracterizada por la fe, y no de un solo acto de fe. En Jn 3:36, aparece una expresión parecida, “el que demuestra fe en el Hijo”, y se contrasta con “el que desobedece al Hijo”. Por tanto, en ese contexto, demostrar fe incluye la idea de que alguien demuestre su fe y sus fuertes convicciones obedeciendo.
juzgue. O “condene”. Jehová no envió a su Hijo a juzgar al mundo, es decir, a la humanidad, con el sentido de emitir un juicio condenatorio. Al contrario, por amor, envió a Jesús a salvar a los que demostraran fe (Jn 3:16; 2Pe 3:9).
juzgado. O “condenado”. Ver la nota de estudio de Jn 3:17.
la luz. La primera vez que aparece “luz” en este versículo se refiere a Jesús, quien personificó la luz por su forma de vivir y sus enseñanzas y quien reflejó el conocimiento y la luz espiritual que vienen de Jehová Dios. En Jn 1:7-9 también se hace referencia a Jesús en sentido figurado como “la luz”. Para saber más sobre la expresión “vino al mundo”, ver la nota de estudio de Jn 1:9.
estuvo bautizando. Según Jn 4:2, “no era Jesús el que bautizaba, sino sus discípulos”, así que parece que los bautismos de los que se habla en este versículo se realizaban bajo la supervisión de Jesús.
bautizando. O “sumergiendo”. La palabra griega baptízō significa ‘sumergir’. La Biblia indica que el bautismo implica una inmersión completa. Según este relato, Juan estaba efectuando bautismos en ese lugar “porque allí abundaba el agua” (ver la nota de estudio de Enón en este versículo). Cuando Felipe bautizó al eunuco etíope, ambos “se metieron en el agua” (Hch 8:38). En la Septuaginta se usa la misma palabra griega en 2Re 5:14 cuando se dice que Naamán “se sumergió en el Jordán siete veces”.
Enón. Lugar donde abundaba el agua. Estaba situado cerca de Salim, un lugar aparentemente más conocido. Se desconoce la localización exacta de estos lugares. Sin embargo, Eusebio sugiere una ubicación en el valle del Jordán a unas ocho millas romanas (12 km; 7,5 mi) al sur de Escitópolis (Bet-Seán). En esta zona está Tell Ridgha (Tel Shalem), que suele identificarse con Salim. Cerca hay varios manantiales que podrían encajar con la descripción de Enón que hace Eusebio. Este es el único versículo en toda la Biblia donde se mencionan Enón y Salim.
al otro lado del Jordán. O “en la ribera este del Jordán”. Los lugares que se mencionan en Jn 3:23, Enón y Salim, estaban en la ribera oeste del Jordán. Pero Juan bautizó a Jesús en “Betania del otro lado del Jordán”, es decir, en la ribera este. Ver la nota de estudio de Jn 1:28 y el apén. B10.
el amigo del novio. En tiempos bíblicos, era un amigo cercano del novio que actuaba como su representante legal y tenía un importante papel en los preparativos de la boda. Se le consideraba el responsable de unir a los novios. El día de la boda, la procesión que acompañaba a la novia llegaba a la casa del novio o del padre del novio, donde se celebraba el banquete. Seguro que el amigo del novio se alegraría mucho durante el banquete al oír la voz del novio hablando con la novia. Eso significaría que había cumplido bien su papel. Juan el Bautista se comparó al “amigo del novio”. En ese caso, Jesús era el novio, y los discípulos como grupo eran la novia simbólica. Al preparar el camino para el Mesías, Juan el Bautista le presentó a Jesucristo los primeros miembros de “la novia” (Jn 1:29, 35; 2Co 11:2; Ef 5:22-27; Ap 21:2, 9). Al hacer estas presentaciones, “el amigo del novio” cumplió bien su papel y dejó de ser una figura tan importante. Por eso, Juan dijo de Jesús y de sí mismo: “Él tiene que seguir aumentando, pero yo tengo que seguir disminuyendo” (Jn 3:30).
El que viene de arriba. Las palabras que se registran en Jn 3:31-36 parecen ser del escritor del Evangelio, el apóstol Juan, y no una continuación de las palabras de Juan el Bautista ni una cita directa de las palabras de Jesús. El contexto indica que la conversación de Jesús con Nicodemo termina en Jn 3:21. A partir de ahí el apóstol Juan continúa con la narración de los sucesos hasta Jn 3:25. En Jn 3:26 comienza la conversación entre Juan el Bautista y sus discípulos, y en Jn 3:30 termina. Aunque las palabras de Jn 3:31-36 no se presentan como si hubieran sido dichas por Jesús, sin duda transmiten verdades que Jesús le enseñó al apóstol Juan.
ha confirmado. Lit. “ha sellado”. La palabra griega que se traduce como “sellar” o “poner un sello” se usa aquí en sentido figurado para confirmar que una declaración es verdadera, igual que un sello certifica que un documento es auténtico. La persona que acepta el testimonio del Mesías reconoce que Dios es fiel a la verdad, en este caso, fiel a sus profecías sobre el Mesías. Comparar con Ro 3:4.
demuestra fe [...] desobedece. Ver la nota de estudio de Jn 3:16.
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En la antigüedad se usaban sellos por varias razones. Por ejemplo, se utilizaban para indicar autenticidad o acuerdo (ver glosario, sello). En el mundo grecorromano se registraban las transacciones legales o comerciales en tabletas de madera recubiertas de cera. La importante información de estos documentos debía ser autenticada por testigos. Cada testigo tenía su propio sello, que era una marca distintiva a menudo grabada en un anillo. El documento se ataba con una cuerda, se derretía un poco de cera encima y se presionaba el sello en la cera caliente. Cuando la cera se enfriaba, el documento quedaba sellado y se conservaba así hasta que se abriera en público. De este modo, los testigos certificaban que el contenido era auténtico y se impedía que alguien lo alterara. Por esta razón, las expresiones sellar o poner un sello llegaron a usarse con el sentido de certificar, confirmar o autenticar la veracidad de algo. El apóstol Juan escribió que la persona que acepta el testimonio de Jesús está poniendo un sello, por decirlo así, para confirmar que Dios es fiel a la verdad. Ver la nota de estudio de Jn 3:33.