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¿Qué hago si no me llevo bien con mi profesor?

¿Qué hago si no me llevo bien con mi profesor?

CAPÍTULO 20

¿Qué hago si no me llevo bien con mi profesor?

¿Quién es tu profesor favorito? ․․․․․

¿Por qué? ․․․․․

¿Quién es el profesor que menos te gusta? ․․․․․

A LOS maestros, a diferencia de tus amigos, por lo general no los puedes elegir: son una lotería. Aun así, quizás estés contento con los que te han tocado. David, de 18 años, cuenta: “La verdad es que nunca tuve problemas con ninguno. Como yo los respetaba, les caía bien”.

Claro que también puede pasarte lo contrario. “Mi maestra es una bruja —cuenta Sara, de 11 años—. Y encima, no la entiendo. O no explica las cosas, o las explica demasiado.” Por difícil que parezca, no es imposible llevarse bien con un maestro así. Solo que antes debes identificar qué es lo que te cuesta soportar. A continuación te damos una lista de posibles razones. Marca (✔) las que te apliquen a ti, o añade alguna si falta:

□ No logras entender sus explicaciones

□ Te baja las calificaciones a propósito

□ Se nota que tiene favoritos

□ Sus castigos son injustos

□ Sientes que te discrimina

□ Otra razón ․․․․․

Veamos qué puedes hacer para manejar estas situaciones. Lo primero es seguir este consejo del apóstol Pedro: “Vivan todos ustedes en paz y unidad. Traten de entenderse los unos a los otros” (1 Pedro 3:8, La Palabra de Dios para Todos). ¿Piensas que la “bruja” de tu maestra no merece que trates de entenderla? Es posible, pero repasemos algunos hechos.

No son perfectos. Los maestros también tienen sus manías, sus problemas y hasta sus prejuicios. “Si alguno no tropieza en palabra —nos recuerda el discípulo Santiago—, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero.” (Santiago 3:2.) Belinda, de 19 años, explica: “Mi profesora de Matemáticas no era muy paciente y nos gritaba todo el tiempo. Costaba respetarla”. Aun así, la culpa no era toda suya. “La clase siempre era un caos —reconoce Belinda—, y mis compañeros se portaban mal solo para hacerla rabiar.”

Además, ¿verdad que agradeces que tus profesores pasen por alto las metidas de pata que cometes cuando estás bajo mucho estrés? ¿No podrías hacer tú lo mismo con sus errores? Trata de recordar alguna situación difícil que hayas tenido recientemente con algún profesor y piensa qué pudo haber causado que él actuara así.

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Tienen sus favoritos. Repasemos algunas de las dificultades a las que se enfrentan tus profesores. ¿Cuántos de tus compañeros de veras desean asistir a clase? ¿Cuántos de esos quieren o pueden concentrarse durante al menos media hora en un tema? ¿Cuántos estudiantes frustrados y violentos se desquitan con sus maestros? Imagina ahora que tuvieras que dar clase a un grupo de veinte, treinta o más adolescentes poco interesados en lo que estás enseñando. ¿No optarías tú también por prestar más atención a quienes muestran algo de interés?

A Natasha lo que le molesta es que el favoritismo sea muy notorio o injusto: “Nadie puede entregar un trabajo después de la fecha límite... Nadie, excepto los jugadores del equipo de la escuela. ¡Y qué casualidad que el profesor sea el asistente técnico del equipo!”. En estos casos, trata de ser práctico y pregúntate: “¿Se está descuidando mi educación?”. Si no es así, no tiene sentido molestarse ni ponerse celoso.

Apunta lo que podrías hacer para que tu profesor vea que te interesan sus clases.

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Pueden malinterpretar a los alumnos. A veces lo que te gana la antipatía de un profesor son simples malentendidos o diferencias de personalidad. Por ejemplo, hacer demasiadas preguntas puede verse como una muestra de rebeldía, y decir alguna gracia, como una falta de respeto o una señal de inmadurez.

¿Qué puedes hacer si te sucediera algo así? La Biblia recomienda: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres” (Romanos 12:17, 18). No hagas nada que provoque a tu maestro. ¿De qué te sirve iniciar una discusión? En vez de darle motivos para quejarse, procura ser amable. Demuéstrale que tienes buenos modales: salúdalo cuando te lo encuentres y sonríele de vez en cuando. Tal vez así logres que cambie su actitud (Romanos 12:20, 21).

Tomemos por ejemplo a Ken. “Como soy muy tímido —explica él—, casi no les hablaba a mis profesores.” Y claro, esto se prestaba a que lo malinterpretaran. ¿Qué hizo? “Me di cuenta de que en realidad la mayoría quería ayudarme, así que me propuse conocerlos bien a todos y, poco a poco, mis calificaciones empezaron a mejorar.”

Aun así, no siempre te servirán los buenos modales ni el diálogo. En esos casos, tendrás que ser paciente. Ya lo dijo el rey Salomón: “La paciencia vence toda resistencia. La cortesía vence toda oposición” (Proverbios 25:15, Traducción en lenguaje actual). Intenta reaccionar con calma y respeto cuando tu maestro te trate injustamente, y puede que empiece a verte con otros ojos (Proverbios 15:1).

¿Cómo sueles reaccionar cuando tu profesor te malinterpreta o te trata injustamente?

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¿Cómo te convendría reaccionar?

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Algunos casos específicos

Ponerte en la piel de tus profesores es solo el primer paso. En ocasiones tendrás que hacer algo más. Aquí te damos algunas sugerencias útiles para hacer frente a quejas comunes.

“Me baja las calificaciones a propósito.” Katrina cuenta: “Un año, el profesor de Ciencias no quiso aprobarme y me puso la nota más baja posible. ¡A mí, que siempre me iba tan bien! Había sido injusto, por lo que mis padres se quejaron al director de la escuela. El profesor me subió la nota, pero solo lo justo para pasar. ¡Estaba tan enojada...!”. Es obvio que en una situación así de nada vale insultar al profesor o ponerse a discutir con él. Es mejor imitar el ejemplo del profeta Natán, quien se vio obligado a corregir al rey David por una grave falta. ¿Cómo lo hizo? No entró en el palacio gritándole al rey. Más bien, le habló con tacto (2 Samuel 12:1-7).

¿Por qué no haces lo mismo con tu maestro? Abórdalo con calma y humildad. No vas a ganártelo haciéndole una escena o acusándolo de inútil o cosas peores. Trata de actuar de forma más adulta. Empieza preguntándole qué podrías hacer para subir tus calificaciones. Ah, y recuerda que, como dijo Salomón, “el que responde antes de haber escuchado pasa por un estúpido y queda en ridículo” (Proverbios 18:13, La Nueva Biblia Latinoamérica, 2005). Así que préstale atención y después quizás puedas explicarle por qué crees que merecías mejor nota. Aun si no te la cambia, de seguro apreciará tu madurez.

“Tiene algo contra mí.” Raquel siempre sacaba las máximas puntuaciones en la escuela, pero un año las cosas cambiaron. “Cierto maestro hizo todo lo posible para no aprobarme su materia”, cuenta ella. Por lo que el propio profesor le dio a entender primero a Raquel y luego a su madre, tenía un prejuicio religioso.

¿Cómo reaccionaron ellas? “Mi madre y yo hablábamos con él cada vez que calificaba mi trabajo dejándose llevar por su prejuicio —explica Raquel—. Con el tiempo, se cansó y me dejó tranquila.” ¿Te pasa a ti algo parecido? Pues no temas contárselo a tus padres. De seguro querrán hablar con tu maestro y, si es necesario, con la administración del centro de estudios a fin de hallar una solución.

Ten visión de futuro

No todos los problemas tienen solución. A veces no tendrás más remedio que aguantar. “Un profesor nos trataba muy mal a todos —cuenta Tania—. Nos llamaba estúpidos con frecuencia. Al principio me hacía llorar, pero luego aprendí a no tomármelo a pecho. Decidí concentrarme en mi trabajo y mantenerme ocupada durante la clase. Como resultado, él no me molestaba mucho, y fui una de las pocas estudiantes que recibió notas decentes. A los dos años lo despidieron.”

¿Qué harás si en el futuro tienes un jefe difícil? Haber tenido que aprender a llevarte bien con tu profesor te será muy útil. Y mientras tanto, cuando te toquen buenos profesores, seguro que los valorarás mucho más.

EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

¿Se te queda corto el día? ¿Quieres saber cómo sacarle el jugo a tu tiempo?

TEXTO BÍBLICO CLAVE

“Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.” (Mateo 7:12)

UNA SUGERENCIA

Si te aburre tu maestro, céntrate en la materia. Toma notas y pídele con respeto que te aclare las dudas. Trata de envolverte en el tema; quién sabe, quizás puedas contagiarle tu entusiasmo.

¿SABÍAS ESTO?

Piensa en la cantidad de veces que tu maestro habrá dado las mismas clases. ¿No crees que debe ser difícil mantener el entusiasmo?

¡MANOS A LA OBRA!

¿Qué puedo hacer para no aburrirme durante una clase? ․․․․․

Si mi profesor me trata injustamente, voy a hacer lo siguiente: ․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

● ¿Por qué es más importante concentrarse en la materia que en el profesor?

● ¿Será posible que cierto profesor cambie su actitud debido a tu interés por su asignatura?

[Comentario de la página 146]

“Me esforcé mucho por hacerme amiga de todos mis maestros. Los conozco bien y, si los encuentro por la calle, trato de charlar un par de minutos con ellos.” (Carmen)

[Ilustración de la página 145]

Tus maestros pueden servirte de apoyo en tu paso de la ignorancia a la sabiduría, pero que sepas sacarles provecho depende de ti