El verbo significa ‘sumergir’, es decir, hundir en agua. Jesús mandó que sus discípulos se bautizaran. Las Escrituras también hablan del bautismo de Juan, el bautismo con espíritu santo y el bautismo con fuego, entre otros (Mt 3:11, 16; 28:19; Jn 3:23; 1Pe 3:21).