De nuestros lectores
De nuestros lectores
Fibrosis quística Gracias por el artículo “Mi vida con la fibrosis quística” (22 de octubre de 1999). Aunque solo tengo 17 años y no sufro ningún problema grave de salud, la historia de Jimmy Garatziotis me impresionó profundamente. Me hizo pensar en muchas cosas, entre ellas, la necesidad de apreciar lo que tenemos. A pesar de su dolorosa enfermedad, Jimmy no pierde la alegría ni la fe firme en las promesas de Jehová. Le pido a Dios en oración que a Jimmy y a Deanne no les fallen las fuerzas para seguir haciendo frente a sus pruebas.
E. Z., Rusia
La superstición No soy testigo de Jehová, pero llevo dos años leyendo sus publicaciones. Me gustaría darles las gracias por las series “¿Controla el destino su vida?” (8 de agosto de 1999) y “¿Por qué son tan peligrosas las supersticiones?” (22 de octubre de 1999). La educación que recibí me enseñó a ser fatalista y supersticiosa. Creo que ustedes dicen la verdad en lo que concierne al cristianismo verdadero.
N. D., Francia
Lo que escribieron sobre la superstición me ha ofendido. Soy una católica devota, y uno de sus artículos dice que “la señal de la cruz” que hacen los pasajeros es una superstición. Para los católicos, santiguarse forma parte de la oración que realizan para tener un buen viaje. Es un precepto fundamental de nuestra fe y difícilmente puede considerarse una superstición.
S. W., Estados Unidos
No puede negarse el hecho de que muchas personas hacen la señal de la cruz sin tener devoción religiosa alguna. Cuando se le preguntó a un jugador de fútbol australiano por qué se persignaba cuando salía al campo, este respondió: “Supongo que es solo una superstición”. No es de extrañar que este ritual haya tenido un trasfondo supersticioso desde el principio. The Catholic Encyclopedia señala: “Desde el primer momento se ha empleado en todo tipo de exorcismos y conjuros como arma contra los espíritus de la oscuridad”.—La Redacción.
Las drogas Quiero agradecerles la serie “¿Están las drogas adueñándose del mundo?” (8 de noviembre de 1999). Arrastrado por la influencia de los amigos, mi padre está esclavizado a las drogas y el alcohol. Mi hogar no es un refugio, sino un lugar peligroso. A pesar de todo, nunca dejaré de instar a mis padres a que experimenten el gozo que proviene de adorar a Dios.
M. L., Italia
Una vez a la semana viene un agente de policía a mi escuela para hablar de temas como las drogas y el alcohol, así que decidí darle los artículos sobre la droga la siguiente ocasión que viniese a clase. Le impresionaron mucho y nos leyó algunas secciones. Toda la clase se benefició de ellos.
C. D., Estados Unidos
Niña discapacitada La historia de Rosie Major, titulada “Aprendimos a confiar en Dios en medio de la adversidad” (22 de noviembre de 1999), me llegó al corazón. Antes vivíamos en la ciudad, pero no me agradaba la influencia que eso tenía en mi hija mayor. De modo que nos mudamos al campo. Todo iba de maravilla hasta que perdí el empleo de 56.000 dólares anuales que tenía. Allí estábamos, en el campo, con tres hijos y una hipoteca que pagar. La situación era muy tensa. No obstante, después de leer la experiencia de Rosie Major, mis problemas económicos me parecieron tan insignificantes que llegué a sentirme avergonzada. ¡Hay tanta gente ahí fuera que verdaderamente necesita la ayuda de Dios! ¿Puedo suscribirme a La Atalaya y ¡Despertad!?
M. F., Estados Unidos
Accedimos con gusto a su petición.—La Redacción.