Las pirámides de México
Las pirámides de México
De nuestro corresponsal en México
CASI todo el mundo hoy día conoce algo de las pirámides de Egipto. Pero los arqueólogos también han descubierto en América, particularmente en México, muchas construcciones piramidales. Estas, al igual que las egipcias, han existido por siglos y están llenas de misterios.
Una pirámide egipcia es un sepulcro protegido por un gigantesco montículo simétrico de piedras. Sus pasillos internos conducen a la tumba propiamente dicha, que es la parte más importante de la edificación. Por otra parte, la pirámide mexicana es un templo construido sobre un gran montón de tierra, con una escalera exterior para alcanzar la cima. Salvo contadas excepciones, las pirámides descubiertas en América no contenían tumbas.
Teotihuacán, “La ciudad de los dioses”
Uno de los sitios más destacados de México es Teotihuacán, a unos 50 kilómetros al nordeste de la Ciudad de México. El lugar es todavía un misterio para los antropólogos y para los arqueólogos. La antigua metrópoli fue abandonada por sus edificadores más de quinientos años antes del surgimiento de la cultura azteca. El nombre Teotihuacán procede del náhuatl. Significa “La ciudad de los dioses” o “Lugar en donde los hombres se convierten en dioses”, y se cree que los aztecas llamaron así a la ciudad cuando la visitaron.
George Stuart, uno de los redactores de National Geographic, explica que “Teotihuacán fue el primer centro urbano verdadero del hemisferio occidental [...]. Nació a comienzos de la era cristiana, subsistió unos siete siglos, y luego se convirtió en leyenda. Se calcula que en su época de máximo apogeo, cerca del año 500 d.C., tenía una población de entre 125.000 y 200.000 personas”.
La gran Pirámide del Sol, plantada casi en el centro de la antigua ciudad, ocupa una superficie aproximada de 220 por 225 metros. Sus cinco secciones escalonadas la hacen alcanzar su altura actual de casi 63 metros. Para llegar a lo alto de la pirámide, hay que subir más de 240 escalones. Al norte de la ciudad antigua se ubica la Pirámide de la Luna, cuya cumbre se encuentra a 40 metros del suelo. En su día, ambas pirámides principales estaban coronadas por un templo.
Mucho se ha aprendido sobre las pirámides en décadas recientes. Con todo, como explica Stuart, “aún no sabemos casi nada de los orígenes del pueblo teotihuacano, de su lengua, de su organización social y de las causas de su decadencia”.
Otras pirámides
Justo en el corazón de la Ciudad de México se puede visitar el Templo Mayor de los aztecas. Aunque no hay ninguna pirámide a la vista, todavía se aprecian los restos de una estructura piramidal que constituyó los cimientos del Templo Mayor. Los arqueólogos han desenterrado dos altares sobre los que se realizaban sacrificios humanos.
Las pirámides de Chichén Itzá están entre las más visitadas del país. Si bien en la región maya abundan las ruinas arqueológicas, las de Chichén Itzá son las más accesibles debido a su cercanía con la ciudad de Mérida (Yucatán). A pesar de encontrarse en territorio maya, las edificaciones revelan que hubo un período en que los toltecas ejercieron su influencia por estas regiones. Algunas estructuras dejan entrever el avanzado conocimiento matemático y astronómico de los constructores.
En Palenque, los visitantes descubrirán un impresionante conjunto de construcciones mayas rodeadas por la selva de Chiapas. Entre las muchas pirámides y otras edificaciones están el Palacio y el Templo de las Inscripciones. Este último es “una de las pirámides más famosas del mundo mesoamericano, ya que no fue sólo basamento para un templo, como las demás pirámides, sino un monumento funerario —explica el libro Los mayas. 3000 años de civilización—, pues en su interior tiene una escalera abovedada que conduce a la cripta más suntuosa hallada en el área maya”. Dicha tumba fue construida para un gobernante que vivió en el siglo VII: Pacal o Uoxoc Ahau.
Hemos mencionado solo algunas de las pirámides de México, pero en muchos otros lugares del país pueden hallarse más ruinas y pirámides. En Guatemala y Honduras también existen enormes pirámides. Todas esas construcciones antiguas dejan ver que los habitantes de Mesoamérica querían terrenos elevados para edificar sus lugares de adoración. Walter Krickeberg, autor del libro Las antiguas culturas mexicanas, escribió: “La costumbre de construir los templos sobre una base escalonada se remonta a un antiguo culto de la altura”. Y añade: “Mientras que nosotros consideramos el cielo como una ‘bóveda’, éste representa para otros pueblos una montaña, por la cual el sol asciende en la mañana y baja en la tarde, de manera que sus pendientes se escalonan como las de un gigantesco edificio. De este modo, el ‘monte artificial’ [...] se transformó en pirámide escalonada, y se convirtió en un símbolo del cielo entre muchos pueblos de Mesoamérica”.
Tal concepto quizás recuerde a los estudiantes de las Escrituras el relato bíblico de la Torre de Babel, situada en una ciudad que después se llamó Babilonia. Génesis 11:4 declara sobre los constructores de dicha torre: “Entonces dijeron: ‘¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre’”. No muy lejos de las ruinas de Babilonia, los arqueólogos han descubierto estructuras piramidales conocidas como zigurats.
La forma de adoración que se originó en Babilonia se dispersó a muchas partes del mundo, hasta incluir quizás la región que hoy día se conoce como México. No sorprendería descubrir que los zigurats de Babilonia, así como la religión que allí se practicaba, fueran el prototipo de las misteriosas e impresionantes pirámides de México.
[Ilustración de la página 16]
Teotihuacán
[Reconocimiento de la página 16]
CNCA.-INAH.-MEX Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
[Ilustración de la página 17]
Palenque