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¿Se ‘fundó’ la Tierra por casualidad?

¿Se ‘fundó’ la Tierra por casualidad?

¿Se ‘fundó’ la Tierra por casualidad?

LA TIERRA describe su órbita alrededor del Sol a la distancia precisa para evitar temperaturas extremas. En otros sistemas solares también se han detectado planetas que giran en torno a estrellas semejantes al Sol, y se cree que se hallan en la “zona habitable”, es decir, que tal vez contengan agua en estado líquido. Pero quizá ni siquiera los llamados planetas habitables sean apropiados para la vida humana; pues, además, deben rotar a la velocidad adecuada y tener el tamaño debido.

Si nuestro planeta fuera ligeramente menor y menos pesado, la gravedad sería más débil, y gran parte de la indispensable atmósfera de la Tierra se habría escapado al espacio. Este efecto puede verse en el caso de la Luna y de los planetas Mercurio y Marte, que al ser más pequeños y pesar menos que la Tierra, tienen poca atmósfera o ninguna. Pero ¿qué sucedería si el globo terráqueo fuera un poco mayor y más pesado?

Entonces la gravitación se incrementaría, y los gases ligeros, como el hidrógeno y el helio, tardarían más en salir de la atmósfera. “Más importante aún, el delicado equilibrio entre los gases de la atmósfera se alteraría”, señala el libro de texto Environment of Life (El entorno de la vida).

O pensemos por un momento en el oxígeno, un gas comburente. Si sus niveles se elevaran aproximadamente un uno por ciento, aumentaría el número de incendios forestales. Por otra parte, si la proporción de dióxido de carbono —gas de efecto invernadero— siguiera creciendo, sufriríamos las consecuencias de un sobrecalentamiento de la Tierra.

La órbita de la Tierra

Otro aspecto primordial es la forma de la órbita terrestre. Si fuera más elíptica, experimentaríamos temperaturas extremas insoportables. Sin embargo, la Tierra describe una órbita casi circular. Claro está, la situación cambiaría si un planeta gigante como Júpiter pasara cerca. En años recientes, los científicos han presentado pruebas de que algunas estrellas tienen planetas del tamaño de Júpiter girando cerca de ellas, muchos de los cuales poseen órbitas excéntricas. Todo planeta semejante a la Tierra correría peligro en un sistema de ese tipo.

El astrónomo Geoffrey Marcy comparó estos sistemas planetarios exteriores con los cuatro planetas que forman nuestro sistema solar interior: Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. En una entrevista exclamó: “Fíjense en la perfección que refleja. Es una joya. Las órbitas son casi circulares. Todas se encuentran en planos semejantes. Todos los planetas giran en la misma dirección. [...] Es casi increíble”. ¿Puede atribuirse esto al azar?

Nuestro sistema solar cuenta con otra peculiaridad maravillosa. Los planetas gigantes, a saber, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, giran alrededor del Sol a una distancia que no implica ninguna amenaza para nosotros. Al contrario, estos planetas desempeñan una función capital. Los astrónomos los asemejan a “aspiradoras celestes”, ya que su gravedad atrae a los grandes meteoritos, que de otra forma quizá pondrían en peligro la vida en el globo terráqueo. La verdad es que la Tierra está muy bien ‘fundada’ (Job 38:4). Tanto el tamaño como la posición que ocupa dentro de nuestro sistema solar son ideales. Pero eso no es todo. La Tierra tiene otras singularidades que son esenciales para la vida humana.

El oxígeno y la fotosíntesis

Los átomos de oxígeno componen el 63% del peso de todos los organismos vivos de la Tierra. Además, el oxígeno de las capas altas de la atmósfera protege las plantas y los animales de los rayos ultravioleta del Sol. Ahora bien, dado que este elemento reacciona rápidamente con otros (como el hierro) y los oxida, ¿cómo se mantiene la proporción del 21% de oxígeno en la atmósfera?

Mediante la fotosíntesis: un asombroso proceso por el que la vegetación aprovecha la luz solar para generar alimento. Un subproducto de este proceso es el oxígeno, del cual se liberan en la atmósfera más de mil millones de toneladas al día. “Sin la fotosíntesis —aclara The New Encyclopædia Britannica—, no solo se detendría el abastecimiento de alimentos básicos, sino que la Tierra acabaría quedándose sin oxígeno.”

Las obras de ciencia emplean varias páginas para describir paso a paso la fotosíntesis, algunas de cuyas fases todavía no se entienden del todo. Los evolucionistas son incapaces de explicar cómo se desarrolló cada fase a partir de otra más simple, cuando en realidad todas ellas son irreductiblemente complejas. “No hay una opinión generalizada del origen de la fotosíntesis”, admite la misma enciclopedia. Un evolucionista trató de quitarle importancia al asunto diciendo que “unas cuantas células precursoras inventaron” el proceso.

Aunque carecen de rigor científico, estas palabras revelan un aspecto que también es interesante: la fotosíntesis necesita paredes celulares que protejan el proceso, y para que este continúe, hace falta que las células se reproduzcan. ¿Sucedió todo esto solo por casualidad en unas cuantas “células precursoras”?

Desde la célula capaz de reproducirse, hasta el hombre

¿Cuáles son las probabilidades de que los átomos se unan para formar la más sencilla célula capaz de reproducirse? En su libro La célula viva, el científico y premio Nobel Christian de Duve admite: “Si equiparamos la probabilidad del nacimiento de una bacteria a la probabilidad de ensamblar por azar todos los átomos que la componen, ni siquiera una eternidad bastaría para producir una de esas células”.

Habiendo llegado hasta este punto, demos un paso de gigante desde la célula bacteriana a los miles de millones de células nerviosas especializadas que constituyen el cerebro humano. Este órgano es, según la ciencia, la estructura física más compleja del universo conocido. Es realmente singular. Tomemos por ejemplo las grandes secciones del cerebro llamadas áreas de asociación. Estas zonas analizan e interpretan la información que les llega de la parte sensorial del cerebro. Una de ellas, situada en la región frontal, nos permite meditar sobre las maravillas del universo. ¿Puede el azar explicar la existencia de dichas áreas de asociación? “Partes importantes de estas zonas no tienen equivalente en ningún otro animal”, admite el doctor Sherwin Nuland, evolucionista, en su libro La sabiduría del cuerpo.

Es un hecho probado que el cerebro humano procesa información con mucha mayor rapidez que la computadora más potente. Si tenemos en cuenta que la avanzada tecnología informática es el fruto de décadas de empeño humano, ¿qué puede decirse de nuestro cerebro, que es superior? Dos científicos, John Barrow y Frank Tipler, reconocen lo siguiente en su libro The Anthropic Cosmological Principle (El principio antrópico cosmológico): “Se ha generalizado la opinión entre los evolucionistas de que la aparición espontánea de vida inteligente, con capacidad de procesar información equiparable a la del Homo sapiens, es tan improbable que resulta inverosímil que haya ocurrido en algún otro planeta del universo observable”. Nuestra existencia, concluyen, es “un accidente sumamente afortunado”.

¿Sucedió todo por casualidad?

¿A qué conclusión llega usted? ¿Pudiera el universo, con todas sus maravillas, haberse originado al azar? ¿No es verdad que toda magnífica pieza musical tiene su compositor y para que suene bien los instrumentos de la orquesta han de estar perfectamente afinados? ¿Y nuestro imponente universo? “Vivimos en un universo perfectamente afinado”, señala el matemático y astrónomo David Block. ¿Cuál es su conclusión? “El cosmos es un hogar; creado, a mi juicio, por la mano de Dios.”

Si usted llega a la misma conclusión, seguramente estará de acuerdo con la manera como la Biblia describe al Creador, Jehová: “Él es el Hacedor de la tierra por su poder, Aquel que firmemente estableció la tierra productiva por su sabiduría, y Aquel que por su entendimiento extendió los cielos” (Jeremías 51:15).

[Ilustraciones y recuadro de las páginas 8 y 9]

UN PLANETA SINGULAR

“Las condiciones especiales de la Tierra provienen de su tamaño ideal, composición de elementos y órbita casi circular a perfecta distancia de una estrella de larga vida, el Sol, lo que ha hecho posible la acumulación de agua sobre la superficie terrestre. Es difícil incluso imaginar el origen de la vida sin el agua.” (Zoología. Principios integrales, 8.a ed. [2.a ed. española].)

[Reconocimiento]

Foto de la NASA

[Ilustraciones y recuadro de la página 10]

¿SE ORIGINÓ LA VIDA POR CASUALIDAD?

En 1988 apareció en la revista Search (publicada por la Australian and New Zealand Association for the Advancement of Science) una reseña sobre cierto libro que trataba de explicar cómo pudo haber surgido la vida por azar. El escritor de artículos científicos L. A. Bennett encontró, en tan solo una página de la obra, “dieciséis afirmaciones sumamente especulativas, cuya credibilidad dependía en todos los casos de la afirmación anterior”. ¿A qué conclusión llegó Bennett después de leer el texto completo? “Es mucho más fácil —escribió— aceptar que un Creador amoroso produjera vida instantáneamente y la dirigiera por sus senderos teleológicos [encaminados a un fin] [...] que aceptar los millares de ‘casualidades ciegas’ que precisa el escritor para apoyar sus tesis.”

[Ilustraciones]

La fotosíntesis es esencial para producir alimento y para el ciclo del oxígeno

¿A qué atribuimos las características ideales de la Tierra, imprescindibles para el sostén de la vida?

El cerebro humano es, según la ciencia, la estructura física más compleja del universo. ¿Cómo pudo haberse desarrollado al azar?

[Reconocimientos]

Foto: Zoo de la Casa de Campo (Madrid)

Monte Costa, Sea Life Park Hawaii

[Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

Sol

Mercurio

Venus

Tierra

Marte

Júpiter

Saturno

Urano

Neptuno

Plutón

Los planetas se representan a la misma escala

[Reconocimiento]

Sol: National Optical Astronomy Observatories; Mercurio, Júpiter y Saturno: por gentileza de la NASA/JPL/Caltech/USGS; Venus y Urano: por gentileza de la NASA/JPL/Caltech; Tierra: foto de la NASA; Marte: NASA/JPL; Neptuno: JPL; Plutón: A. Stern (SwRI), M. Buie (Lowell Obs.), NASA, ESA