Las enfermedades infecciosas: calamidades evitables
Las enfermedades infecciosas: calamidades evitables
AUNQUE los desastres causados por un terremoto o una inundación son noticias de primera plana, el avance silencioso de las enfermedades contagiosas rara vez atrae la atención de los medios informativos. No obstante, la Federación Internacional de las Sociedades Cruz Roja y Media Luna Roja afirma en un comunicado de prensa de junio de 2000 que “el año pasado, los padecimientos infecciosos (como el sida, el paludismo, las afecciones respiratorias y la diarrea) se cobraron ciento sesenta veces más vidas que las catástrofes naturales. [...] Y la situación está empeorando”.
Las alarmantes cifras se atribuyen a dos factores principales. El primero, la implacable propagación del sida, que mata a 300 personas cada hora. “Ya no es una enfermedad; es una calamidad —afirma Peter Walker, director de Política de Desastres de la federación—. Su propagación destruye la fuerza laboral y aniquila la economía.” El segundo factor lo constituye el deterioro de los sistemas de salud pública, que desencadena el trágico retorno de la tuberculosis, la sífilis, el paludismo y otros males. Por ejemplo, en una nación asiática brotan 40.000 nuevos casos de tuberculosis al año. En un país de Europa del Este, las infecciones sifilíticas se multiplicaron por 40 en la década pasada.
Si bien las enfermedades contagiosas se han convertido en calamidades, resulta irónico que figuren entre las más evitables. De hecho, el documento menciona que la mayoría de los 13.000.000 de fallecimientos que ese tipo de males provocaron en 1999 “podían haberse evitado a un costo de 5 dólares por persona”. Imagínese cuántas defunciones se evitarían si los gobiernos estuvieran dispuestos a gastar 5 dólares por persona en salud pública, un total de 30.000 millones de dólares.
Aunque la cifra parezca cuantiosa, empequeñece al compararla con lo que se invierte en otros servicios. Por citar un ejemplo, el desembolso militar a escala mundial ascendió a 864.000 millones de dólares en un año reciente: 144 dólares por persona. Piense en la gran diferencia que existe entre lo que se gasta en preparativos bélicos y el monto necesario para detener la propagación de males. Tal vez resulte que la humanidad sea incapaz de contener la oleada de enfermedades contagiosas, no por insuficiencia de fondos, sino por razones más profundas. Después de todo, ningún gobierno humano ha logrado siquiera establecer bien sus prioridades.
[Reconocimientos de la página 31]
Radiografía: New Jersey Medical School—National Tuberculosis Center
Foto de persona tosiendo: WHO/Thierry Falise