Un gigante de crecimiento lento
Un gigante de crecimiento lento
DE NUESTRO CORRESPONSAL EN BOLIVIA
¿POR QUÉ conducen los turistas durante dos o tres horas desde la ciudad andina de La Paz a través de las áridas extensiones del Altiplano hasta el solitario cantón de Comanche? ¿Por qué acuden botánicos desde los confines de la Tierra a visitar un gran macizo rocoso empequeñecido por la inmensidad del paisaje?
Ambas preguntas tienen una sola respuesta: para contemplar la Puya raimondii, planta considerada por muchos la más colosal del reino vegetal y la más sorprendente de la flora andina. Si visita esa zona en primavera, tal vez tenga la fortuna de ver su extraordinaria floración, que tarda cien años en producirse, según algunas personas.
No hallará esta clase de puya en cientos de kilómetros a la redonda. De hecho, esta especie solo crece en unos cuantos lugares de los Andes. Como carece de tallo leñoso, característico de árboles y arbustos, los botánicos la consideran una planta herbácea. Sin embargo, de seguro jamás habrá visto una herbácea de semejantes dimensiones. La enorme base de estrechas hojas muy puntiagudas agrupadas en roseta supera con creces la altura de hasta los hombres de mayor estatura. Si la observa de cerca, notará que se trata de una trampa mortal para las aves pequeñas. Entre las hojas casi siempre hay esqueletos secos de pájaros que buscaban refugio en el denso follaje, tal vez para escapar de algún halcón, y que murieron ensartados en una púa.
Ahora bien, con toda seguridad, la parte que más le llamará la atención son las flores. En esta gran colonia de plantas a lo sumo verá una o dos en flor.
Contemplar a este gigante florecido es una experiencia impresionante. De la base de hojas nace la mayor inflorescencia con forma de espiga del reino vegetal. Esta, con sus miles de flores amarillas, se yergue hasta alcanzar 10 metros (altura superior a la de un edificio de tres plantas). Este coloso se aferra
a la roca desafiando al cielo, como una imponente torre solitaria.Lamentablemente, la Puya raimondii está en peligro de extinción. Por algún motivo todavía desconocido, a la gente le gusta quemarla. Tal vez les divierta ver una antorcha de tales proporciones o deseen calentarse cuando las temperaturas descienden con brusquedad. O quizá teman que las ovejas se claven las hojas puntiagudas y mueran. Con todo, la puya sobrevive al fuego, las heladas, el viento, el sol abrasador y la escasez de tierra. ¿Cómo lo logra?
La puya pertenece a las bromeliáceas, una gran familia de alrededor de dos mil especies que parecen ser expertas en sobrevivir donde otras plantas no pueden. Salvo una, todas las demás especies son originarias del continente americano. Como la puya, muchas de ellas cuentan con unas raíces cuya principal función es fijarlas al suelo. Las escamas microscópicas de las hojas les permiten absorber del ambiente más humedad que la que obtienen de la tierra. Además, canalizan las gotas de rocío y de lluvia hacia un depósito central que sirve de suministro no solo para la planta, sino también para un sinnúmero de criaturas diminutas. De todas las bromeliáceas, la puya es la de mayor tamaño.
Lo que llama la atención de la “reina de los Andes”, como se la ha llamado, es lo mucho que tarda en crecer y florecer. En cierta ocasión, un renombrado botánico contó las marcas de las hojas de una planta muerta y calculó que su edad era de 150 años. Aunque hay quien afirma que la puya vive solo setenta años, los lugareños la califican de centenaria, pues creen que tarda un siglo en florecer. El primer ejemplar cultivado, que se sembró en California, floreció en 1986, solo veintiocho años después. En cualquier caso, lo que sí sabemos de este gigante de los Andes es que tarda mucho tiempo en crecer.
[Ilustración de la página 22]
¿Cómo consigue crecer la enorme puya con tan poca tierra?
[Ilustración de la página 23]
Los miles de flores de la Puya raimondii atraen a numerosos pájaros
[Ilustración de la página 23]
Una puya que sobrevivió al fuego