Los enigmáticos grabados en piedra de Val Camonica

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ITALIA

DURANTE milenios, los petroglifos han dado testimonio silencioso de una civilización antigua. Son figuras estilizadas, grabadas en piedra, que representan escenas de caza, agricultura, guerra y culto. Cientos de miles de tales figuras adornan el rocoso paisaje del pintoresco valle alpino de Val Camonica, en el norte de Italia.

Hoy día, los grabados de Val Camonica todavía se distinguen con claridad a primeras horas de la mañana, cuando los rayos del sol inciden de forma inclinada en el paisaje. Pero ¿quién los hizo, y por qué?

La civilización camuna

El nombre de este hermoso valle se deriva del de sus pobladores ancestrales: los camunos. La primera mención de ellos en la historia tiene lugar en el año 16 a.E.C., fecha en que Roma los subyugó y perdieron su independencia. No obstante, los petroglifos de Val Camonica comenzaron a labrarse muchos siglos antes de la llegada de las legiones romanas.

Un examen de las figuras talladas —armas, utensilios, animales domésticos, mapas de poblaciones— lleva a los especialistas a concluir que los artistas pertenecían a una sociedad de  economía compleja. Es evidente que se dedicaban a múltiples actividades, entre ellas la metalurgia, la producción textil, la agricultura, la ganadería y el comercio.

La vasta mayoría de los grabados datan del primer milenio antes de nuestra era, pero una gran cantidad de ellos son mucho más antiguos. Al parecer, la civilización camuna alcanzó su máxima expresión cultural entre los años 1000 y 800 a.E.C., período al que pertenecen miles de escenas que ilustran detalles de su modo de vivir. En algunas tallas se ven grupos de personas atadas y jinetes con lanzas, lo que evoca la captura de prisioneros. También hay representaciones de herreros, caballos de tiro, carretas y viviendas edificadas sobre pilotes.

Las montañas como inspiración

Los investigadores llaman a los autores de estos grabados “sacerdotes artistas”, hombres influidos por la religión o la mística. Es posible que se aislaran en lugares tranquilos, alejados de los centros de población, para dedicarse a la meditación. Por ello, tal vez les sirvieran de especial inspiración dos extraordinarios fenómenos naturales que tienen lugar en este valle unos cuantos días al año.

En primavera y otoño, el Sol nace justo detrás del monte Pizzo Badile, un pico majestuoso que domina el valle. Ciertos días del año, antes del amanecer, la luz solar se refracta alrededor de la cima y proyecta en el cielo blanquecino una sombra gigantesca de la montaña, rodeada de brillantes rayos luminosos. Esta evocadora escena sigue recibiendo hasta la fecha el nombre de “el espíritu de la montaña”. Y cuando el Sol se oculta en el lado opuesto del valle, detrás de una estrecha hendidura del monte Concarena, emerge de ella un impetuoso haz de luz que parece partir la cumbre en dos, penetra durante unos minutos en el cielo que va oscureciéndose y luego se extingue. Se cree que, en la mente de los antiguos habitantes del valle, tales sucesos —entonces inexplicables— dotaban al sitio de atributos sobrenaturales.

Al pie del monte Pizzo Badile y sus inmediaciones hay una gran abundancia de petroglifos, los cuales fueron tallados con instrumentos de piedra, cuerno, hueso y marfil. A veces el artista trazaba primero un boceto con una herramienta puntiaguda. La profundidad de los grabados varía desde ligeras marcas en la superficie de la roca hasta surcos de unos tres centímetros de profundidad. Existe evidencia de que los grabadores también empleaban pinturas de diversos colores, aunque en la actualidad no pueden distinguirse a simple vista.

Los petroglifos como forma de oración

Cabe la posibilidad de que los camunos fueran adoradores del Sol, lo cual explicaría uno de los temas recurrentes en sus grabados: un personaje en posición de adoración, con los brazos levantados frente a un disco, probablemente un símbolo del astro rey. Aunque el arqueólogo Ausilio Priuli dice que “el culto al dios Sol” era el principal, también menciona “cultos menores”. Él comenta: “Las procesiones, las danzas propiciatorias, los sacrificios, el combate ceremonial y las oraciones comunales constituían las actividades religiosas más comunes, las que con mayor frecuencia se representaban. El mismo acto de cincelar constituía una forma de oración”. Pero ¿para pedir qué?

De acuerdo con Emmanuel Anati, autoridad en arte rupestre, la creación de los grabados “se consideraba parte de las actividades indispensables para garantizar el bienestar económico y social del grupo, así como la coexistencia pacífica con las fuerzas ocultas”. Al parecer, los camunos esperaban mejorar la producción de los campos representando el trabajo con grabados del arado, aumentar la abundancia de los pastos con imágenes de la cría de ganado, obtener la supremacía sobre sus enemigos con escenas de guerra, y así por el estilo.

El valle de Val Camonica ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y está protegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Puede señalarse, como dato de interés, que existen grabados y pinturas rupestres en por lo menos ciento veinte países —de África, América, Asia, Europa y Oceanía— y en una gran cantidad de islas. Además, en el arte rupestre de todo el mundo se repiten temas similares, hecho que demuestra el deseo natural del ser humano de expresarse y de acudir a fuerzas espirituales superiores a él.

[Ilustraciones de la página 26]

Un haz de luz atraviesa una hendidura del monte Concarena

Val Camonica fue declarado Patrimonio de la Humanidad

Petroglifos con los que se pretendía garantizar el éxito en la cacería

Personaje en posición de adoración, con los brazos levantados

[Reconocimientos]

Monte Concarena: Ausilio Priuli, “IL Mondo dei Camuni”; grabados y figura humana: Parco nazionale delle incisioni rupestri: su concessione del Ministero per i Beni e le Attività Culturali. Ogni riproduzione è vietata