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¿Corre usted un gran riesgo de sufrir accidentes de tránsito?

¿Corre usted un gran riesgo de sufrir accidentes de tránsito?

¿Corre usted un gran riesgo de sufrir accidentes de tránsito?

“Soy un conductor con buen historial y no tengo que preocuparme por los accidentes de circulación.” “Solo les ocurren a los automovilistas jóvenes y temerarios.” En efecto, muchas personas piensan que ellas nunca sufrirán tales accidentes. ¿Se siente así el lector? ¿Se cree invulnerable en este particular?

LAS estadísticas indican que los ciudadanos de países desarrollados corren gran riesgo de resultar lesionados en dichos siniestros como mínimo una vez en la vida. No en pocas ocasiones el desenlace es fatal: en 2001, como en los años anteriores, murieron en las carreteras de todo el mundo más de medio millón de personas, muchas de las cuales tal vez pensaran que a ellas nunca les sucedería. Ahora bien, ¿qué puede hacer usted para reducir el peligro? La clave es la prevención. Veamos cómo evitar que la somnolencia o los efectos de la edad nos ocasionen accidentes.

El conductor adormilado

Algunos expertos opinan que en la carretera es tan peligroso el sueño como la embriaguez. Según informes fidedignos, el primer factor desencadena cada vez más accidentes. El boletín Fleet Maintenance & Safety Report señaló en un año reciente que, en tan solo doce meses, 1 de cada 12 conductores noruegos admitió haberse quedado dormido al volante. De acuerdo con el diario The Star, de Johannesburgo, la fatiga ocasiona un tercio de las colisiones en Sudáfrica. Y los datos procedentes de otros países indican que en todos los lugares sucede igual. La cuestión es: ¿por qué hay tantos automovilistas somnolientos?

En buena parte, por la vida tan agitada que llevamos. La revista Newsweek afirmó hace pocos años que los estadounidenses “duermen una hora y media menos por noche que a comienzos de siglo, y todo indica que el problema va a empeorar”. ¿Por qué? El citado semanario presenta la siguiente explicación de Terry Young, especialista en la materia: “Consideran que pueden robarle horas al sueño. Piensan que dormir muy poco es signo de laboriosidad y de ascenso en la escala social”.

Se calcula que el ciudadano de término medio necesita dormir entre seis y media y nueve horas cada noche. Si se queda escaso, se ve afectado por el “déficit de sueño”. Un informe distribuido por la Fundación para la Seguridad Vial de la Asociación Automovilística Americana (AAA) declara: “Aunque solo se duerman treinta o cuarenta minutos menos de los necesarios cada noche de los días laborables, para el fin de semana se habrá acumulado un atraso de tres o cuatro horas, lo suficiente para incrementar significativamente los niveles de somnolencia diurna”.

A veces nos perdemos una buena noche de descanso por factores como el insomnio, el cuidado de un hijo enfermo u otras circunstancias ajenas a nuestra voluntad. A la mañana siguiente, quizás nos sintamos adormilados al volante. ¿Qué hacer?

Los “remedios” populares, como tomar bebidas con cafeína, abrir la ventanilla, mascar chicle o comer algo picante, tal vez no logren despabilarnos, pues no atacan el auténtico problema: la falta de sueño. Así que, ¿por qué no echarse una siestecita? The New York Times recomendó: “En los días laborables, la siesta rehabilitadora no debe sobrepasar los treinta minutos, pues de lo contrario, el cuerpo entra en un sueño pesado del que le cuesta salir”. Aunque ese reposo demore la llegada a nuestro destino, puede prolongarnos la vida.

Los hábitos cotidianos contribuyen a veces a que estemos adormilados en la carretera. ¿Se queda usted hasta tarde navegando por Internet o viendo la televisión? ¿Trasnocha en reuniones sociales? No permita que estas costumbres le priven del reposo necesario, pues, como destacó el sabio rey Salomón, es beneficioso hasta “un puñado de descanso” (Eclesiastés 4:6).

Los años: experiencia y riesgos

Los automovilistas mayores suelen ser los más experimentados. Además, se arriesgan menos y conocen sus limitaciones. Sin embargo, no son inmunes al peligro de chocar. De hecho, pudieran ser más proclives a consecuencia de la edad. La revista estadounidense Car & Travel señala al respecto: “Aunque los mayores de 70 años no representan más que el 9% de los conductores, constituyen el 13% de las víctimas mortales del tráfico”. Por desgracia, los ancianos intervienen en cada vez más colisiones.

Analicemos los comentarios de Ana, que cuenta 80 años. * Ella aprendió a conducir hace más de seis décadas y nunca ha tenido un accidente. Sin embargo, como muchas otras personas, ya acusa el paso del tiempo, que la ha vuelto más propensa a tales percances. En una entrevista reciente dijo a ¡Despertad!: “Al hacerte mayor, todo se dificulta”, lo que incluye guiar un vehículo.

¿Qué medidas ha tomado ella para reducir el riesgo de tener un accidente vial? “Con los años he efectuado cambios para compensar la edad”, dice. Por ejemplo, conduce menos, sobre todo de noche. Esta leve modificación le permite conservar la seguridad sin renunciar a conducir.

Aunque cueste admitirlo, nadie es inmune a los efectos de la edad (Eclesiastés 12:1-7). Surgen problemas de salud, se pierden reflejos y se deteriora la vista, factores que dificultan conducir con seguridad. Pero la edad por sí sola no descalifica a nadie. Lo que importa es el desempeño al volante, que mejorará si el automovilista reconoce que ha cambiado su capacidad física y hace las modificaciones oportunas en su programa de actividades.

Lo note la persona o no, su visión cambia. Con los años se reduce la visión periférica y la retina requiere más luz. El folleto The Older and Wiser Driver (El automovilista mayor y prudente) explica: “El conductor sexagenario necesita el triple de luz que un adolescente y el doble de tiempo para adaptarse al cambio de la luz a la oscuridad”. Tales alteraciones visuales dificultan la conducción nocturna.

Enrique, de 72 años, lleva más de medio siglo al volante sin accidentes dignos de mención. Con los años comenzó a notar que le costaba conducir de noche porque le cegaban otros vehículos. En una revisión de la vista se enteró de que necesitaba unos lentes especiales que reducen el deslumbramiento nocturno. “Ya no es difícil conducir de noche”, dice. Aquel pequeño cambio supuso una gran diferencia para él. En el caso de otras personas, como Ana, la solución pudiera consistir en no conducir más de noche.

La edad también afecta a los reflejos. Aunque los mayores sean más sabios y sensatos, también necesitan más tiempo para procesar la información y reaccionar. Este hecho les dificulta aún más la conducción, pues las condiciones del tráfico y de la carretera cambian constantemente, y han de evaluarlas con rapidez para tomar en el acto las medidas oportunas.

La revista Car & Travel menciona que “la causa más común de colisiones mortales en las que está implicado un automovilista mayor es que este se salte una señal”. ¿Por qué? El artículo prosigue: “El problema [...] al parecer está vinculado a situaciones en las que el conductor anciano, antes de entrar en una intersección, debe evaluar las informaciones cambiantes que recibe de los laterales izquierdo y derecho”.

¿Cómo puede contrapesarse la lentitud de reflejos? Algunas medidas son: aproximarse con cautela a las intersecciones, acostumbrarse a mirar dos veces a ambos lados de la carretera antes de proseguir y extremar las precauciones a la hora de virar. Los giros en las intersecciones pueden desembocar en accidentes mortales, sobre todo si hay que atravesar carriles por los que vienen vehículos.

En Estados Unidos, el 40% de los accidentes mortales sufridos en las intersecciones por conductores mayores de 75 años ocurrieron al virar a la izquierda. La Fundación para la Seguridad Vial de la AAA recomienda lo siguiente a los conductores norteamericanos: “A veces conviene efectuar tres giros a la derecha para no tener que realizar uno a la izquierda”. Es posible que el lector consiga adaptar este principio a las circunstancias de su entorno. Con cierta planificación, quizás logre evitar las intersecciones peligrosas.

Una decisión que debe analizarse

¿Cómo evaluará su capacidad al volante? Puede pedir a un familiar o amigo de confianza que lo acompañe para ver cómo conduce usted. Luego escuche con atención sus comentarios. Otra opción es hacer un curso de conducción segura. Muchas asociaciones automovilísticas ofrecen cursos para personas mayores. Considere, además, si ha estado al borde de un accidente en un par de ocasiones, pues quizás signifique que ha perdido facultades.

Siendo realistas, hay un momento en que conviene decidirse, por doloroso que sea, a dejar el volante. Ana, de quien ya hemos hablado, sabe que tarde o temprano tendrá que hacerlo. Entretanto viaja acompañada con mayor frecuencia que antes. ¿Qué opina de permitir que otro conduzca? “Da gusto disfrutar del trayecto sin la tensión de conducir”, asegura.

Si examinamos con cuidado el asunto, tal vez lo veamos igual que ella y nos resulte más grato ir de compras, hacer diligencias o acudir a alguna cita o reunión junto con un amigo, quien incluso podría manejar nuestro propio automóvil. De esta manera, el viaje suele ser más seguro y agradable. Si hay transporte público, en muchos casos es una alternativa práctica. Recordemos que la valía personal no depende de la capacidad de conducir. Son nuestras buenas cualidades las que nos hacen realmente valiosos para la familia, los amigos y, sobre todo, para Dios (Proverbios 12:2; Romanos 14:18).

Todo conductor —sea joven o mayor, veterano o novato— está expuesto a sufrir un accidente vial. Por ello, reconozcamos la gran responsabilidad que conlleva sentarse al volante y adoptemos precauciones para evitar choques. De este modo nos protegeremos a nosotros mismos y al prójimo en todos los viajes que hagamos.

[Nota]

^ párr. 13 Se han cambiado algunos nombres del reportaje.

[Ilustración de la página 12]

Con una buena noche de descanso, estará en condiciones de viajar

[Ilustración de la página 13]

Aunque cause cierta demora, una siestecita podría salvar vidas

[Ilustración de la página 13]

Con la edad aumenta la experiencia, pero también algunos riesgos

[Ilustración de la página 14]

Viajar acompañado tiene sus ventajas