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Potentes buques prestos para ayudar

Potentes buques prestos para ayudar

Potentes buques prestos para ayudar

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN FINLANDIA

LAS gaviotas surcan el cielo azul. Hay un sol abrasador, y el aire está impregnado del suave aroma del café en grano. Por fin se cierran de golpe las escotillas de la bodega, suenan las sirenas, y la pesada embarcación zarpa trabajosamente. Así inician los sacos de café su viaje a Finlandia, país amante de este producto. Sin embargo, semanas más tarde, el navío que lleva la valiosa mercancía está a punto de quedar atascado entre gruesas placas de hielo, en medio del crudo invierno del mar Báltico. ¿Qué se puede hacer? No hay de qué preocuparse, pues la ayuda está en camino. En el horizonte se dibuja la figura de un potente buque: el rompehielos.

Romper el hielo

Gran parte del transporte de carga del mundo se realiza por vía marítima, lo que, por lo general, no plantea mayores problemas. Ahora bien, ¿cómo alcanzar los puertos cuando el mar se congela? La situación se complica sobre todo en el concurrido mar Báltico, la única puerta hacia aguas abiertas para buen número de países. En el caso de Finlandia, por ejemplo, la mayoría de los puertos quedan bloqueados por el hielo hasta seis meses durante los inviernos más crudos. Esta situación ha significado la pérdida de muchas vidas.

Por ejemplo, en 1867 hubo malas cosechas en el norte y el centro de Europa. Como todos los pasos marítimos para entrar a Finlandia permanecieron congelados hasta mayo, solo pudieron conseguirse provisiones tras el deshielo. “Para entonces, unas ciento diez mil personas, es decir, más del cinco por ciento de la población [finlandesa], habían muerto de inanición”, dice el capitán de barco Seppo Laurell en el libro Through Ice and Snow (Surcando hielo y nieve).

Los hielos también entorpecen la navegación comercial en otros sectores como Norteamérica, donde constituyen un problema común en los Grandes Lagos, el río San Lorenzo y la costa canadiense. Las aguas del Ártico y del Antártico son aún más difíciles de surcar durante el gélido invierno, cuando el espesor de las placas de hielo alcanza de dos a tres metros.

Primeros intentos de abrir canales por el hielo

En los tiempos de los barcos de vela, el hielo constituía un obstáculo casi infranqueable. Hubo cierta mejoría con la aparición de los primeros buques de vapor con casco de acero, que podían atravesar sin ayuda placas delgadas si poseían la resistencia necesaria. Pero tenían sus limitaciones, a pesar de que algunos habían sido reforzados especialmente para surcar el hielo.

Los rompehielos fueron la solución. El primero en el mundo, según se dice, fue el City Ice Boat I, construido en Estados Unidos en 1837. En Europa se fabricó el Eisbrecher (1871) en la ciudad alemana de Hamburgo. Pronto la experiencia demostró qué tipo de navíos podía enfrentarse mejor al hielo, por lo que a comienzos del siglo XX ya habían quedado definidas ciertas características fundamentales de su construcción. *

Gigantes de hierro flotantes

¿Qué pasa cuando un barco queda aprisionado por el hielo? “La nave se estremece como si tuviera mucha fiebre”, cuenta un marinero. La presión sobre el casco del rompehielos es muchas veces mayor que la que soporta un buque mercante. “Estrellarse contra una placa de hielo es casi lo mismo que encallar en la playa con una lancha de motor”, dice el tripulante de un rompehielos. Por ello, es muy probable que las placas de acero de la proa tengan unos tres centímetros de espesor —hasta cinco centímetros en el caso de un rompehielos polar— y que el resto del casco esté reforzado con costillas especiales, además de las normales. ¿Cuánta resistencia poseen estos buques? Cuando una bomba alcanzó el Tarmo en la II Guerra Mundial, la cubierta de navegación y casi todas las cabinas quedaron destruidas, pero el casco no tenía ni una sola grieta.

En los rompehielos, la forma del casco es determinante. Con frecuencia, lo verdaderamente difícil no es romper el hielo, sino retirar los pedazos del camino, por lo que la proa suele ser algo plana y redondeada, con forma de cuchara. La nave rompe la placa con su peso y empuja los fragmentos a los lados y hacia abajo. A fin de reducir la fricción, el casco se diseña con mucho cuidado y, además, se recubre con acero inoxidable o con una pintura epoxi muy durable de acabado sumamente terso.

¿Qué medios de propulsión emplean estos colosos de hierro? Atrás han quedado los días en que hombres sudorosos alimentaban la caldera con carbón en el cuarto de máquinas. Los rompehielos modernos están equipados con generadores diésel que imprimen una potencia similar a la de un petrolero mediano, y algunos cuentan con reactores atómicos que les permiten desplazarse por las regiones polares sin temor a quedarse sin combustible.

Especificaciones únicas

Si un bote de remos se atascara en el fango, el barquero podría sacarlo meciéndolo de un lado a otro. El mismo principio se aplica a los rompehielos, aunque, en este caso, ni siquiera se lograrían resultados si sus treinta tripulantes corrieran de un lado al otro del barco. De modo que el vaivén se consigue mediante un sistema especial de balanceo que consiste en pasar varias veces el agua de un enorme tanque situado en un lado del casco a otro igual ubicado en el lado opuesto. En ocasiones, la inclinación se logra en tan solo quince segundos. La sola idea de oscilar así deja pálido a cualquiera. Pero claro, los hombres de mar son gente especial.

A finales del siglo XIX, a alguien se le ocurrió instalar en la proa una hélice, cuya rotación generaba una corriente de agua que disminuía la fricción y retiraba el hielo medio derretido. Hoy día, algunos rompehielos llevan dos hélices en la popa y una en la proa. Aún mejor, en muchos se ha sustituido la prominente hélice de proa por un sistema de burbujas, en el que unas toberas colocadas a lo largo del casco disparan enormes cantidades de aire a presión por debajo de la placa de hielo, produciendo un potente borboteo que reduce la fricción.

Una mirada al horizonte

Incluso en el extremo norte de Finlandia, el cálido sol primaveral logra lo que no pueden los nueve sólidos rompehielos del país juntos: romper las gélidas cadenas que aprisionan sus puertos. Es momento de que estos buques regresen a casa, lo que representa un verano tranquilo para la tripulación y varios meses de descanso para las costosas naves, cuya estructura tan especializada les dificulta navegar en aguas libres, es decir, sin hielos.

Existe, sin embargo, una nueva generación de buques. Estos rompehielos multiuso trabajan como cualquier otro rompehielos en invierno, pero en la temporada de aguas libres se utilizan para el tendido de cables submarinos, misiones de investigación y el mantenimiento de plataformas petrolíferas, entre otras tareas. Uno de ellos es el Botnica, construido en 1998 para la Administración Marítima Finlandesa y que cuenta con dos propulsores acimutales de motor autónomo, capaces de rotar 360°, por lo que sirven también de timones, además de proporcionar al buque una sorprendente maniobrabilidad. El mismo sistema ya se usa en algunos cruceros modernos.

Al ir avanzando las técnicas para romper los hielos, surgió la idea de un nuevo tipo de cargueros que, cuando avanzaran de frente, surcaran las olas como de costumbre, mientras que por la popa romperían las placas de hielo. Un “buque cisterna de doble acción” de esa clase sería especialmente útil en las regiones polares —donde con frecuencia es imposible recibir el apoyo de rompehielos—, pues podría abrir sus propios canales embistiendo los hielos hacia atrás.

Entretanto, Finlandia reclama su café. El rompehielos del que hablamos al principio logró liberar al carguero y lo está remolcando. Su capitán se apoya tranquilamente en el pasamanos; luego vuelve la mirada hacia el puente de mando. Es el momento de tomar una taza caliente de café.

[Nota]

^ párr. 10 Los rompehielos varían en dimensiones y estructura, según su zona de operaciones: puertos marítimos, mar abierto o regiones polares. El presente artículo se centra particularmente en los de mar abierto.

[Ilustración de la página 25]

El rompehielos Otso, abriendo una vía de paso

[Reconocimiento]

Administración Marítima Finlandesa

[Ilustración de la página 25]

Buque de vapor atascado en el hielo invernal (cerca de 1890)

[Reconocimiento]

Museovirasto

[Ilustración de la página 26]

El Taymyr, buque de propulsión nuclear

[Reconocimiento]

Kværner Masa-Yards

[Ilustración de la página 26]

Con los rompehielos multiuso también se tienden cables y tuberías

[Reconocimiento]

Administración Marítima Finlandesa

[Ilustración de la página 26]

El Botnica

[Reconocimiento]

Administración Marítima Finlandesa