La estafa, problema mundial
La estafa, problema mundial
WAYNE, hombre carismático que hablaba con dulzura, parecía tener justo lo que Karen buscaba en un esposo. “Era cuanto yo anhelaba, cuanto le pedía a Dios —dice ella—. Todos pensaban que hacíamos una pareja perfecta. Me hizo creer que él besaba la tierra que yo pisaba.”
Pero había un problema. Wayne le contó a Karen que ocupaba el tercer cargo en la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia. Quería renunciar, pero no se lo permitirían; como sabía demasiado, de seguro lo matarían. De modo que juntos idearon un plan: se casarían, unirían sus bienes, saldrían del país y huirían a Canadá. Así pues, ella vendió su casa y todo cuanto tenía, y puso el dinero a nombre de Wayne.
La boda se celebró como lo tenían planeado. En efecto, él huyó del país, pero dejando atrás a Karen, abandonada y con menos de 6 dólares en el banco. Ella pronto descubrió que había caído víctima de una complicada trama de mentiras urdidas con el único fin de estafarla. Aquel farsante había hecho un papel digno de un actor de teatro, con un personaje creado justo a la medida para cautivarla. Los antecedentes, los intereses, la personalidad, el supuesto amor que le tenía... todo era un artificio para ganarse la confianza de Karen, confianza que le costó más de 200.000 dólares. “Fue violada en sentido emocional —señaló un policía—. Dejando a un lado la cuestión del dinero, es increíble cuánto daño puede hacérsele a alguien.”
“Estoy destrozada —afirmó Karen—. El tipo de hombre que él pretendía ser era una farsa.”
Karen no es más que una de las incontables víctimas de estafa que existen en el mundo. Se desconoce la cantidad exacta de dinero implicada, pero los cálculos sitúan esa cifra en cientos de miles de millones de dólares, y aumenta todos los años. Aparte de las pérdidas económicas, las víctimas como Karen sufren un duro golpe emocional al ver que alguien —generalmente alguien en quien confiaban— se ha aprovechado de ellas.
Más vale prevenir
El diccionario define estafar como “perjudicar económicamente a alguien mediante engaño, [en especial] abusando de su buena fe y confianza”. Por desgracia, la mayor parte de tales trampas quedan sin castigo por lo difícil que es demostrar que se actuó con mala fe. Además, muchos timadores conocen y aprovechan las lagunas del sistema jurídico: saben cómo defraudar de tal modo que sea difícil o hasta imposible presentarles cargos. Por otro lado, llevarlos a juicio consume mucho tiempo y dinero. Cuando se logra condenar a alguien por sus delitos, suele ser porque hurtó millones de dólares o hizo algo tan escandaloso que acaparó la atención pública. Y aun en el caso de que se atrape y castigue al estafador, es muy probable que para entonces ya haya gastado o escondido el dinero, de modo que la víctima raras veces recibe compensación por lo que perdió.
En pocas palabras, si nos estafan, será poco o nada lo que podamos hacer. Es mucho mejor no caer víctimas que tratar después de idear un plan para recuperar los bienes. Bien dijo un sabio de la antigüedad: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena” (Proverbios 22:3). En el siguiente artículo se explicarán varias maneras como puede usted protegerse de las estafas.