Cómo conseguir un matrimonio feliz
Cómo conseguir un matrimonio feliz
“El hombre [...] tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.” (GÉNESIS 2:24.)
NUESTRO Hacedor, Jehová Dios, instituyó el matrimonio como unión permanente entre hombre y mujer. Génesis 2:18, 22-24 lo explica así: “Jehová Dios pasó a decir: ‘No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él’. Y Jehová Dios procedió a construir de la costilla que había tomado del hombre una mujer, y a traerla al hombre. Entonces dijo el hombre: ‘Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada esta’. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”.
1 Corintios 7:33, 34). Claro, cada uno tiene que poner de su parte. Pero si ambos están dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo, podrán disfrutar de un matrimonio feliz y duradero.
No se puede negar que lograr un matrimonio feliz y duradero no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Son muchas las parejas que llevan cincuenta, sesenta o más años felizmente casadas. ¿Cómo lo consiguen? Se esfuerzan de manera continua y desinteresada por “ganar la aprobación” de su cónyuge (Siga cuidadosamente los planos
Un buen contratista nunca iniciaría una obra sin antes consultar los planos. Pues bien, tampoco se puede conseguir la felicidad en el matrimonio si no se consultan primero los “planos” que Dios da en su Palabra. Como dijo el apóstol Pablo: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa [...] para rectificar las cosas” (2 Timoteo 3:16).
Ambos cónyuges pueden aprender mucho del matrimonio observando cómo trató Jesús a sus discípulos. ¿Cómo es posible? En la Biblia se asemeja la relación entre Jesús y los que gobernarán con él en el cielo a la que existe entre un hombre y su esposa (2 Corintios 11:2). Jesús fue fiel a sus compañeros incluso en los momentos más difíciles. “Los amó hasta el fin.” (Juan 13:1.) Fue un cabeza misericordioso que siempre tuvo en cuenta las limitaciones y debilidades de sus seguidores y nunca les exigió más de lo que podían dar o hacer (Juan 16:12).
Hasta en las ocasiones en las que sus mejores amigos lo decepcionaron, él no perdió la calma. No les hizo reproches. Por el contrario, con la humildad y la bondad propias de una persona espiritual, trató de ayudarlos a cambiar (Mateo 11:28-30; Marcos 14:34-38; Juan 13:5-17). Así pues, al observar el cariño con el que Jesús trató a sus seguidores y el amor con el que ellos le correspondieron, se aprenden lecciones prácticas sobre cómo conseguir la felicidad en el matrimonio (1 Pedro 2:21).
Hay que edificar sobre cimientos sólidos
Por más que uno trate de evitarlo, siempre se presentarán “tormentas” que sacudirán los cimientos del matrimonio y pondrán a prueba su firmeza. Por eso, el fundamento de la relación ha de ser el más sólido: un sentido del compromiso basado en el amor y la lealtad. Jesús destacó la importancia de dicho sentido del compromiso al decir: “Si Dios ha unido a un hombre y a una mujer, nadie debe separarlos” (Mateo 19:6, Traducción en lenguaje actual). El término “nadie” también abarca al hombre y a la mujer, puesto que ambos se han jurado lealtad.
Hay quienes tal vez consideren este compromiso una carga, algo que exige demasiado de uno. Hoy día, la mayoría de la gente prefiere buscar su propia conveniencia en lugar de sacrificarse por otra persona.
¿Cómo se fortalece el compromiso conyugal? El apóstol Pablo recomendó: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos” (Efesios 5:28, 29). Así que estar “unido” al otro implica, en parte, estar tan preocupados por su bienestar como lo estamos por el nuestro. El casado ya no debe pensar en términos de “yo” y lo “mío”, sino de “nosotros” y lo “nuestro”.
Al capear los temporales que amenazan el matrimonio, se adquiere sabiduría, lo que a su vez reporta felicidad. Como dice Proverbios 3:13: “Feliz es el hombre que ha hallado sabiduría”.
Emplee materiales duraderos
A fin de que una casa dure y sea segura, debe estar bien construida. Lo mismo ocurre con el matrimonio: la pareja tiene que iniciar esta unión con la determinación de que perdure. Para ello han de usar materiales duraderos, resistentes a las más rigurosas pruebas de lealtad. No deben subestimar el valor de cualidades como la sabiduría divina, la generosidad, el discernimiento, el temor de Dios, el afecto, la gratitud sincera por las normas del Creador y la fe verdadera.
La felicidad y la satisfacción en el matrimonio no pueden cimentarse en los bienes materiales ni en la posición social, pues estos sentimientos nacen en el corazón y la mente, y se afianzan con las verdades de la Palabra de Dios. En efecto, el consejo de que cada uno “siga vigilando [...] cómo edifica” es perfectamente aplicable a los cónyuges (1 Corintios 3:10).
Cuando surgen problemas
Para que un edificio aguante el paso del tiempo, se necesita un buen programa de mantenimiento. De igual modo, si ambos cónyuges acostumbran a apoyarse uno al otro en sus respectivas metas y se muestran honra y respeto, el vínculo matrimonial conserva su fuerza. El egoísmo no echa raíces y la cólera se mantiene bajo control.
Por el contrario, la furia contenida y la frustración pueden acabar con el amor y el cariño en el matrimonio. El apóstol Pablo aconsejó a los hombres casados: “Esposos, sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas” (Colosenses 3:19). Esta recomendación también es válida para las esposas. Cuando ambos cónyuges se esfuerzan por ser considerados, amables y comprensivos, contribuyen a que reine la felicidad y la satisfacción en el hogar. Y si se evitan actitudes provocadoras y polémicas, los problemas no desembocarán en peleas. “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros”, aconsejó Pablo (Efesios 4:32).
¿Qué puede hacer uno si se ve con las manos atadas, se siente irritado o se cree subestimado? Explicar calmadamente al cónyuge lo que le preocupa o, si son asuntos de menor importancia, dejar que el amor los cubra (1 Pedro 4:8).
Un esposo, que en sus treinta y cinco años de matrimonio ha experimentado diversas dificultades, recomienda sabiamente a los cónyuges que “nunca dejen de hablarse”, sin
importar lo enfadados que estén. Y añade: “Nunca dejen de mostrarse amor”.La felicidad en el matrimonio está a su alcance
Cierto, no es fácil lograr que el matrimonio sea feliz. Sin embargo, cuando ambos cónyuges se esfuerzan por tener siempre presente a Dios en su relación, reinarán la felicidad y la confianza. Así pues, hay que prestar atención a la espiritualidad de la familia y mantener sólido como una roca el sentido del compromiso. Tampoco debe olvidarse que, como indicó Jesús, la felicidad en el matrimonio no depende únicamente de los cónyuges. Más bien, el mérito debe recibirlo el creador del matrimonio: Jehová Dios. “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre.” (Mateo 19:6.)
MÁS INFORMACIÓN
El libro El secreto de la felicidad familiar, editado por los testigos de Jehová, contiene otras recomendaciones prácticas para conseguir un matrimonio feliz. Sus consejos bíblicos han ayudado a cientos de miles de parejas de todo el mundo a mejorar la calidad de su relación (véase la página 32 de esta revista).
[Ilustración y recuadro de la página 9]
Consejos para conseguir un matrimonio feliz
▪ Tener un programa de estudio en pareja de la Palabra de Dios y orar a Jehová pidiéndole ayuda y guía para resolver las dificultades (Proverbios 3:5, 6; Filipenses 4:6, 7; 2 Timoteo 3:16, 17).
▪ Demostrar interés sexual exclusivamente por el cónyuge (Proverbios 5:15-21; Hebreos 13:4).
▪ Comunicarse de manera franca, sincera y afectuosa sobre los problemas y diferencias (Proverbios 15:22; 20:5; 25:11).
▪ Ser bondadosos y considerados al hablar con el otro, evitando los arrebatos de cólera, los reproches constantes y las críticas hirientes (Proverbios 15:1; 20:3; 21:9; 31:26, 28; Efesios 4:31, 32).
▪ Seguir con humildad los consejos bíblicos aun cuando parezca que el otro no cumple del todo con su parte (Romanos 14:12; 1 Pedro 3:1, 2).
▪ Esforzarse por cultivar las cualidades espirituales que menciona la Biblia (Gálatas 5:22, 23; Colosenses 3:12-14; 1 Pedro 3:3-6).
[Ilustraciones de la página 7]
Siga los planos que Dios da en la Biblia para el matrimonio
[Ilustración de la página 7]
Su relación debe basarse en cimientos sólidos como el amor desinteresado y la lealtad
[Ilustraciones de la página 8]
Cultive cualidades espirituales que le ayuden a resistir las más rigurosas pruebas
[Ilustraciones de la página 8]
Un buen matrimonio requiere mantenimiento