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¿Qué está pasando con las iglesias?

¿Qué está pasando con las iglesias?

¿Qué está pasando con las iglesias?

IBEROAMÉRICA entera, desde México en el norte, hasta Chile en el sur, posee en muchos aspectos una identidad cultural común. Sus ciudadanos mayores recuerdan bien el tiempo en que, en esencia, no había más que una religión: el catolicismo, que espada en mano habían impuesto los conquistadores de España en el siglo XVI. En Brasil, las autoridades coloniales también pertenecían a una nación católica: Portugal. A lo largo de cuatrocientos años, la Iglesia apoyó a los gobiernos de turno a cambio de gozar del respaldo económico y del reconocimiento como religión oficial.

No obstante, algunos sacerdotes, conscientes de estar perdiendo el apoyo de las masas por favorecer a las clases altas, iniciaron en la década de 1960 una campaña en pro de los pobres, impulsando la llamada teología de la liberación. Este movimiento, nacido en Latinoamérica, constituía una protesta contra la miseria en la que vivían muchos católicos.

Pero a pesar de la participación activa del clero en movimientos políticos populares, millones de feligreses han emigrado a otras confesiones religiosas. Por doquier se levantan templos que ofrecen un culto que incluye himnos enfervorizados, acompañamiento de palmas e incluso un ambiente roquero. “En Latinoamérica, el movimiento evangélico se halla dividido en un sinnúmero de iglesias, [...] que a menudo son dominio exclusivo de su pastor. Cuando las congregaciones crecen, suelen fragmentarse y dar origen a iglesias diferentes.” (Faces of Latin America [Facetas de Latinoamérica], de Duncan Green.)

Europa da la espalda a las iglesias

Por más de dieciséis siglos, la mayor parte de Europa estuvo bajo gobiernos que presumían de cristianos. Ahora bien, ¿de cuánta salud goza la religión en Europa en pleno siglo XXI? En el año 2002, el sociólogo Steve Bruce hizo este comentario sobre Gran Bretaña: “En el siglo XIX, casi todas las bodas eran religiosas” (God is Dead—Secularization in the West [Dios está muerto. La secularización en Occidente]). Sin embargo, ya para 1971, solo lo eran el 60% de los casamientos, y la proporción aún bajó al 31% en el año 2000.

El corresponsal de temas religiosos del diario londinense The Daily Telegraph aludió a la citada decadencia: “Todas las principales confesiones, desde la anglicana hasta la católica, pasando por la metodista y las Iglesias Reformadas Unidas, registran un declive crónico”. Y también dijo lo siguiente con motivo de cierto informe: “En Gran Bretaña, las iglesias bien pudieran encontrarse al borde de la extinción para el año 2040, cuando solo asistirá a los oficios dominicales el 2% de la población”. Y se han realizado declaraciones muy parecidas referentes a los Países Bajos.

“En las últimas décadas, nuestro país ha sufrido una clara secularización. Para el año 2020 se prevé que el 72% de la población no tendrá ninguna afiliación religiosa”, señaló un informe de la Oficina de Planificación Social y Cultural de los Países Bajos. Y un periódico alemán afirmó: “Cada vez son más los alemanes que acuden a la brujería y otras formas de ocultismo en busca del consuelo que antes les daban la Iglesia, el trabajo y la familia. [...] En todo el país, muchos templos tienen que cerrar por falta de fieles”.

¿Qué puede decirse de los europeos que aún frecuentan los lugares de culto? La mayoría no lo hace para enterarse de lo que pide Dios. Un informe de Italia dice: “Los italianos suelen arreglar la religión a su medida, para que encaje con su estilo de vida”. Un sociólogo de dicho país agrega: “Tomamos del Papa lo que nos conviene”. Otro tanto podría decirse de los católicos españoles, cuya devoción ha dado paso al consumismo y a la búsqueda del paraíso económico inmediato.

Estas posturas no se parecen en nada a las enseñanzas y prácticas de Cristo y sus discípulos. Jesús no ofreció una religión de estilo cafetería o bufé, un autoservicio en el que cada uno elige lo que le gusta y deja lo demás. Más bien, dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, repúdiese a sí mismo y tome su madero de tormento día tras día y sígame de continuo”. Con estas palabras Jesús mostró que el camino del cristianismo exigía sacrificio y esfuerzo (Lucas 9:23).

Estados Unidos y la religión como artículo comercial

A diferencia de Canadá, donde según los expertos impera el escepticismo, en Estados Unidos se suele tomar muy en serio los asuntos religiosos. De acuerdo con las principales empresas de sondeos de opinión, más del cuarenta por ciento de los entrevistados aseguran ir a la iglesia todas las semanas, aunque los recuentos indican que la proporción real pudiera rondar el veinte por ciento. Asimismo, más del sesenta por ciento dicen creer en la Biblia como Palabra de Dios. No obstante, su fidelidad a una confesión en particular pudiera ser efímera, pues son frecuentes los cambios de iglesia. Si un predicador pierde popularidad o carisma, rápidamente pudiera perder también a sus feligreses, lo que a menudo conlleva una gran disminución de sus ingresos.

Algunas iglesias estudian los métodos comerciales para “vender” mejor sus servicios religiosos. A veces llegan a pagar miles de dólares a consultorías. Según una de estas empresas, un pastor comentó muy satisfecho: “Fue una magnífica inversión”. En el caso de las megaiglesias, a las que asisten millares de feligreses, los resultados económicos han sido tan espectaculares que publicaciones especializadas como The Wall Street Journal y The Economist les han dedicado estudios. En ellos afirman que las megaiglesias suelen ofrecer “un ‘paquete completo’ de cuidados del cuerpo y del alma”. Así, algunos complejos eclesiásticos incluyen restaurantes, cafés, salones de belleza, saunas e instalaciones deportivas. Y entre sus atractivos figuran teatros, visitas de famosos y música contemporánea. Ahora bien, ¿qué es lo que enseñan los predicadores?

A pocos les extrañará que uno de los temas predilectos de los sermones sea “el evangelio de la prosperidad”, uno de cuyos principios es el siguiente: para ser rico y estar sano, haga generosos donativos. Y el Dios que se anuncia deja pasar casi todo en materia de moralidad. Un sociólogo lo resume así: “Las iglesias estadounidenses son lugares para curar, y no para juzgar”. Muchas religiones populares se especializan en dar consejos de autoayuda para triunfar en la vida. Y cada vez más personas prefieren las iglesias aconfesionales, que apenas hablan de las doctrinas consideradas divisivas. Pero de lo que sí hablan es de política, y muchas veces con toda la claridad del mundo. En los últimos años han salido a la luz ejemplos de este hecho, con el consiguiente bochorno para más de un clérigo.

¿Tiene lugar en Estados Unidos un renacer de la fe? En 2005, la revista Newsweek destacó la gran aceptación de que gozan ciertas prácticas religiosas, entre ellas “el culto rico en gritos, pataleos y desmayos”. Luego puntualizó: “Podrá discutirse en qué consiste este fenómeno, pero no se trata en ningún caso de una afluencia masiva de fieles a la iglesia”. De hecho, cuando los sondeos preguntan por la afiliación religiosa, la opción que registra un mayor crecimiento es esta: “Ninguna”. En realidad, algunas congregaciones ganan feligreses tan solo porque otras los pierden. Hay quienes afirman que la gente está abandonando “en tropel” las confesiones tradicionales, con sus ceremonias, su música de órgano y sus vestiduras sagradas.

En este breve análisis hemos visto que las iglesias están fragmentándose en Latinoamérica y perdiendo feligreses en Europa, mientras que en Estados Unidos los están conservando, pero eso sí: los conservan por obra y gracia de las diversiones y los actos emocionalistas. Cierto es que hay muchas excepciones, pero, por regla general, las iglesias están luchando a brazo partido por mantener su popularidad. ¿Será indicio de que el cristianismo ha entrado en decadencia?

[Ilustración y recuadro de la página 6]

“El SUPERMERCADO DE LA FE”

Según fuentes acreditadas, el director del Servicio Nacional de Vocaciones de la Iglesia Católica de Francia dijo: “Nos hallamos ante el supermercado de la fe. Los creyentes salen a consumir, y si ven que no les llena determinada confesión, buscan otra”. En un estudio sobre la religión en Europa, la profesora Grace Davie, de la Universidad de Exeter (Gran Bretaña), comentó: “Cada cual se limita a ‘tomar de aquí y allá’ entre la variada oferta existente. La religión [...,] como tantas otras cosas, es hoy asunto de opción, estilo de vida y preferencia”.

[Ilustración de las páginas 4 y 5]

Palabras garabateadas a la entrada de una iglesia de Nápoles (Italia)

[Reconocimiento]

©Doug Scott/age fotostock

[Ilustración de las páginas 4 y 5]

Muchos mexicanos han abandonado el catolicismo