La música: regalo de Dios para el corazón
La música: regalo de Dios para el corazón
DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ESPAÑA
LA MÚSICA ejerce una poderosa influencia en los seres humanos. Nos puede calmar, conmover y levantar el ánimo. Además, con ella expresamos tanto las alegrías como las penas. La música es común a casi todas las culturas —actuales y del pasado— y constituye un lenguaje que entienden tanto la mente como el corazón. Se trata, sin duda, de un auténtico regalo de Dios (Génesis 4:21).
Es probable que hayamos escuchado música desde que nacimos, pues tal vez nuestra madre nos arrullaba con canciones de cuna. En la adolescencia solemos aficionarnos a la música romántica, y de adultos, muchos disfrutamos de música relajante mientras conducimos o cuando estamos en casa tras un día ajetreado.
La letra de una canción puede incorporar ciertos aspectos de la cultura o la historia de un país. Los israelitas conmemoraron varias ocasiones especiales con cánticos (Éxodo 15:1-21; Jueces 5:1-31). El profeta Moisés escribió una canción de contenido histórico con exhortaciones sinceras para su pueblo (Deuteronomio 32:1-43). Es muy probable que este tipo de canciones sirvieran de ayuda para la memoria.
Todos podemos hacer música
Quizás nos parezca que no tenemos habilidades musicales. Bueno, pensemos por un momento en la voz. Gracias a la versatilidad de este instrumento propio del ser humano, casi todos podemos hacer música hasta cierto grado, tengamos o no instrumentos musicales. Lo único que hay que hacer es abrir la boca y cantar. Y al hacerlo, recordemos que no es cuestión de ganar un concurso. Si practicamos, es muy posible que mejoremos.
“La voz está en contacto directo con el punto desde [donde] [...] surgen las emociones más profundas y es el instrumento más eficaz para poder expresarlas”, revela la revista Psychologies en español. “[Cantar] es algo emocionante [...] —asegura la soprano Ainhoa Arteta—. Aconsejaría a cualquier persona que sienta la necesidad de expresarse mediante el canto, que lo haga con toda libertad y espontaneidad.”
Puesto que la música ejerce una gran influencia en el corazón, debemos elegirla con cuidado. Conviene tener en cuenta, por ejemplo, que algunas melodías hermosas disimulan letras desagradables que restan importancia a temas como el odio, la inmoralidad o la violencia, o incluso los fomentan. Son canciones con las que ninguna persona de principios desearía entretenerse (Efesios 4:17-19; 5:3, 4). La Palabra de Dios recomienda: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida” (Proverbios 4:23). Lo cierto es que la música que uno elige no es un asunto de menor importancia. *
La buena música puede ser terapéutica
“Una de las razones por las que la música está presente en casi todas las culturas [es] que puede generar y mantener la salud y el bienestar en el ser humano”, señala el libro Principles and Practice of Stress Management (Teoría y práctica del control del estrés). Cuando cantamos —dice la revista Psychologies—, todo nuestro cuerpo resuena y vibra. A su vez, esas suaves vibraciones contribuyen a que los tejidos se relajen y dilaten, lo que posiblemente ayude a reducir el dolor.
En consecuencia, algunos terapeutas animan a los pacientes que sufren de estrés a escuchar música relajante para mejorar el estado de ánimo. Ciertos hospitales incluso ponen música en
las unidades de cuidados intensivos. Los bebés prematuros y los pacientes que se han sometido a una operación quirúrgica suelen reaccionar bien a la música agradable. Según el libro antes citado, los estudios indican que escuchar música relajante “reduce significativamente los niveles de la hormona del estrés durante las operaciones”.La música también sirve para disminuir la ansiedad en las embarazadas, pues favorece la relajación durante el parto. Los dentistas a veces utilizan música suave a fin de crear un ambiente más tranquilo para los pacientes tensos. Pero la música y el canto ofrecen más beneficios aún: nos pueden ayudar en sentido espiritual.
‘Con canción elogiaré a Dios’
¿Sabía usted que una décima parte de la Biblia está escrita en forma de canciones? Los ejemplos más destacados son los Salmos, El Cantar de los Cantares y Lamentaciones. Es comprensible que la mayoría de las aproximadamente trescientas referencias al canto estén relacionadas con la adoración a Dios. “Jehová es mi fuerza [...], y con mi canción lo elogiaré”, escribió el rey israelita David, un talentoso músico y compositor (Salmo 28:7).
De hecho, David organizó a 4.000 hombres que pertenecían a la tribu de Leví para que fueran músicos y cantores en Jerusalén; 288 de ellos estaban “entrenados en el canto a Jehová, todos peritos” (1 Crónicas 23:4, 5; 25:7). Sin duda, estos intérpretes practicaban de continuo. Tan importante era la música en la adoración a Dios que a los cantores se les eximía de otras obligaciones en el templo para que se concentraran en su profesión (1 Crónicas 9:33).
La noche antes de la muerte de Jesús, él y sus apóstoles entonaron alabanzas a Dios, probablemente los Salmos 113 al 118. En aquel tiempo, dichos salmos —denominados los “Salmos de Hallel”— se cantaban durante la celebración de la Pascua (Mateo 26:26-30). La designación “Salmos de Hallel” se refiere al uso repetido que se hace en ellos de la expresión Ha·lelu-Yáh, “aleluya” o “¡alaben a Jah!”. “Jah” es una forma abreviada y poética de Jehová, el nombre del Dios Altísimo (Salmo 83:18).
El canto también llegó a formar parte de la adoración de los cristianos. El libro The History of Music (Historia de la música) indica: “Cantar en la adoración pública y privada era algo habitual para los primeros cristianos. Para los conversos judíos era una continuación de las costumbres de la sinagoga [...]. Además de los salmos hebreos [...,] la nueva fe tendía a producir constantemente nuevos himnos”. En la actualidad, a los testigos cristianos de Jehová también nos gusta alabar a Dios mediante canciones, tanto en privado como en nuestras reuniones cristianas.
Puesto que la música nos permite expresar prácticamente todas las emociones e influye de forma tan poderosa en el corazón, la mente y el cuerpo, debemos tratar este “don perfecto [...] de arriba” con el mayor respeto, y usarlo con frecuencia y a la vez con sabiduría (Santiago 1:17).
[Nota]
^ párr. 9 Además de rechazar las letras que ensalzan el odio, la inmoralidad o la violencia, quienes aman a Dios y a su semejante también se niegan a escuchar música que fomenta la idolatría, el nacionalismo o las falsedades religiosas (Isaías 2:4; 2 Corintios 6:14-18; 1 Juan 5:21).