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Observando el mundo

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“Estamos atónitos ante la cantidad de hielo [ártico] que se ha derretido este año [2007], pues no solo ha batido todos los récords anteriores, sino que los ha superado por mucho.” (MARK SERREZE, NATIONAL SNOW AND ICE DATA CENTER, ESTADOS UNIDOS.)

El comité asesor Fundación Nueva Economía calculó que “si todos los habitantes del mundo tuvieran las mismas tasas de consumo que los de Estados Unidos, harían falta 5,3 planetas como la Tierra para mantenerlos [...]. Harían falta 3,1 planetas para Francia y Gran Bretaña, 3 para España, 2,5 para Alemania y 2,4 para Japón”. (AGENCIA DE NOTICIAS REUTERS, GRAN BRETAÑA).

¿“Más daño que bien”?

“Las transfusiones de sangre humana procedente de los bancos de sangre hacen más daño que bien a la mayoría de los pacientes”, señala un informe del Centro Médico de la Universidad de Duke, ubicada en Durham (Carolina del Norte, Estados Unidos). Muchos estudios revelan que “los ataques al corazón, los fallos cardíacos, las apoplejías, e incluso las muertes, son más frecuentes” en los pacientes transfundidos que en aquellos que no reciben transfusiones. ¿Por qué razón? “Una vez que la sangre sale del cuerpo, el óxido nítrico de los glóbulos rojos comienza a descomponerse casi de inmediato.” El óxido nítrico es esencial para mantener abiertos los vasos sanguíneos, lo que permite a los glóbulos rojos transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. El informe añade: “Al parecer, millones de pacientes están recibiendo transfusiones de sangre cuya capacidad de transportar oxígeno ha disminuido”.

Adictos a la televisión en Bután

El minúsculo reino himalayo de Bután se resistió durante décadas a la atracción de los medios de comunicación modernos. Pero en 1999, después de que mucha gente se quejara de no haber podido ver los partidos de fútbol de la Copa del Mundo de 1998, el gobierno permitió las emisiones de televisión. Una crónica desde Bután señala que en la actualidad se pueden ver hasta 40 canales y que muchas personas se han vuelto adictas a las películas de Hollywood y a las telenovelas de la India. En vez de sentarse juntas a cantar y conversar como solían hacerlo, las familias ahora se reúnen para ver televisión. Una mujer se lamentó de que no le quedaba tiempo para casi nada, ni siquiera para rezar, y dijo: “Incluso cuando le doy vueltas a mi rueda de oraciones, no puedo dejar de pensar en la televisión”, según el diario qatarí The Peninsula. “Lo que muchos temen es caer en el consumismo feroz que predomina en gran parte del mundo ajeno a ellos. ‘La televisión y los anuncios crean deseos [que], en vista de la situación económica de la gente, posiblemente no se podrán satisfacer’.”

Interrupciones en la oficina

“En ocasiones, la vida del oficinista se convierte en una constante avalancha de llamadas, mensajes e interrupciones”, revela la revista New Scientist. Los investigadores que estudiaron datos aportados por empleados del campo de la comunicación descubrieron que, como promedio, estos solo dedicaban tres minutos a su trabajo antes de que algo los distrajera. Puesto que las interrupciones pueden consumir hasta dos horas de cada jornada laboral, algunos oficinistas ocupados recurren al análisis por computadora para distinguir entre lo que es urgente y lo que no. Algunas sugerencias que pueden ser útiles para todo el mundo son las siguientes: “Sea honrado con la gente [...;] si realmente no tiene tiempo para hablar, dígaselo”, y tenga el valor “de apagar el teléfono y cerrar los programas de correo electrónico y mensajería instantánea hasta que haya terminado su trabajo”.