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Por qué debemos evitar el espiritismo

Por qué debemos evitar el espiritismo

El punto de vista bíblico

Por qué debemos evitar el espiritismo

EN UN país asiático, una multitud frenética celebra una fiesta en honor de los espíritus. El acto llega a su punto culminante cuando se elige a dos mujeres para la ceremonia de posesión por los espíritus. Poniendo los ojos en blanco, las mujeres comienzan a temblar de pies a cabeza como si recibieran una descarga eléctrica.

En Puerto Rico, un santero celebra una sesión espiritista para invocar a Changó, el dios del trueno. Como si estuvieran poseídos, los asistentes tiemblan mientras el médium describe sus visiones.

En multitud de países son muy populares las ciencias ocultas, y el número de quienes se sienten atraídos por lo sobrenatural no para de aumentar. Hoy más que nunca, los libros, los juegos, los programas televisivos y las películas que tratan de demonios, brujería y fenómenos paranormales gozan de una amplia difusión.

Ahora bien, la Biblia enseña que el ocultismo en cualquiera de sus manifestaciones es realmente espiritismo. El espiritismo no es un juego inocente ni inofensivo, ni consiste simplemente en explorar lo desconocido. Implica ponerse en comunicación con los demonios, ángeles maléficos que se rebelaron contra Dios (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 12).

En realidad, el espiritismo es para los demonios lo que el cebo para los pescadores. Así como el pescador se sirve de diversos cebos para capturar diferentes tipos de peces, así también los demonios recurren a las diversas formas de espiritismo para someter bajo su influencia a todo tipo de personas. El jefe de los demonios, a quien se llama “el dios de este sistema de cosas” malvado, ciega el entendimiento de los incrédulos para que no perciban la verdad de la Palabra y el propósito de Dios (2 Corintios 4:4).

Adónde conduce

El objetivo de los espíritus malignos es, simple y llanamente, distraer y engañar a las personas para que no cultiven una relación personal con el Creador. Utilizan su influencia para hacer que, de manera consciente o inconsciente, desobedezcan las justas leyes de Dios. El espiritismo, por lo tanto, conduce a la desaprobación divina, a la desesperanza y, finalmente, a la destrucción (Revelación 21:8).

Luis, de Puerto Rico, relata: “En mi casa se practicaba el espiritismo desde que yo era niño; era parte de la religión y el modo de vida de la familia. Yo creía que la facultad que poseía de adivinar el futuro y echar las cartas del tarot era algo natural. A menudo podía predecir los números ganadores de la lotería, y así ayudaba a otros a conseguir dinero. Pero esos supuestos dones no eran más que una distracción para que no adquiriera conocimiento de la Biblia y entablara una relación con Dios” (Juan 17:3).

Muchos creen que adentrarse en el mundo de los espíritus no es perjudicial, que es incluso beneficioso. Quizás argumenten que hay espíritus buenos, o que el espiritismo es una manera de obtener iluminación, riquezas o felicidad. Nada más lejos de la verdad. “Siempre hay que pagar un precio”, afirma Luis.

Un joven de nombre Chad empezó a tener visiones aterradoras y a sufrir la angustia de que lo despertaran cuando estaba acostado. “Los demonios me hostigaban y me atormentaban todas las noches”, relata. ¿Cómo podemos protegernos de tal hostigamiento?

Cómo protegernos

Para protegernos, tenemos que evitar todo lo que esté ligado al espiritismo (Gálatas 5:19-21). Por eso, Jehová Dios prohíbe a sus siervos las siguientes prácticas: “No debería hallarse en ti nadie [...] que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Jehová” (Deuteronomio 18:10-12).

En consonancia con esas palabras, muchos han tomado medidas para protegerse deshaciéndose de todos los libros u otros objetos que estén relacionados con el espiritismo. Ken, quien se liberó de esta práctica, dice: “Me puse a revisar cada una de mis pertenencias y destruí todo lo que me pareció que era malo” (véase Hechos 19:19, 20).

No obstante, la mejor protección consiste en desarrollar una relación personal con el Dios verdadero, Jehová. Fíjese en el consejo que nos da Santiago 4:7, 8: “Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos”.

Jehová Dios educa y protege a los que se acercan a él. Estos no ‘ignoran los designios de Satanás’ ni se dejan engañar por las apariencias (2 Corintios 2:11; 11:14). Además, Jehová es todopoderoso. Cuando alguien invoca su nombre con fe, él lo libra del acoso de los espíritus malignos. Chad, mencionado antes, afirma: “Cuando supe de dónde provenían los ataques y comencé a rogar a Jehová Dios en voz alta que me protegiera, dejaron de molestarme” (Salmo 91:1, 2).

Es obvio, pues, que las personas de buen corazón pueden regocijarse sabiendo que ahora cuentan con el amparo divino y que, dentro de poco, los demonios y todos los que se someten a su influjo serán aniquilados. Piense por un momento en la dicha y la paz que reinarán en la Tierra cuando la humanidad se halle libre de los efectos perniciosos del espiritismo (Isaías 11:9; Revelación 22:15).

¿SE HA PREGUNTADO?

▪ ¿Qué prácticas espiritistas deben evitar los cristianos? (Deuteronomio 18:10-12; Revelación 21:8.)

▪ ¿Quién es el promotor del espiritismo? (2 Corintios 2:11; 11:14; Revelación 12:9, 12.)

▪ ¿Cómo podemos protegernos de los espíritus malignos? (Santiago 4:7, 8.)

[Ilustración de la página 10]

El espiritismo es para los demonios lo que el cebo para los pescadores