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¿Qué problemas pueden surgir?

¿Qué problemas pueden surgir?

¿Qué problemas pueden surgir?

HAY que admitir que ningún matrimonio está exento de problemas. Al fin y al cabo, ni las parejas más bien avenidas coinciden absolutamente en todo; por eso es inevitable que surjan algunas dificultades. Tal como la herrumbre puede corroer el metal bajo una capa de pintura, existen diversos factores que pueden socavar la unión matrimonial. Antes de centrarnos en qué hacer para mejorar la relación matrimonial, veamos algunos de los problemas que pudieran surgir.

Tiempos de mucha tensión

La Biblia predijo que en nuestros tiempos muchos serían “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, [...] desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos [e] hinchados de orgullo” (2 Timoteo 3:2-4). Cuando uno o ambos cónyuges son así, aumentan las probabilidades de que haya mala comunicación, se produzcan malentendidos y se hagan los comentarios desconsiderados que con tanta facilidad se nos escapan a los seres humanos imperfectos.

“La situación de los matrimonios de hoy es un tanto paradójica —señala un experto en la materia—. Por un lado, [...] tenemos acceso a un caudal casi infinito de información sobre cómo fortalecer la relación conyugal [...]. Y por otro, nos encaramos a una multitud de influencias sociales y económicas que merman nuestra capacidad de tener un buen matrimonio.”

Expectativas poco realistas

Un psicoterapeuta matrimonial explica que “las expectativas poco realistas son una de las mayores causas de insatisfacción en el matrimonio”. Muchas personas casadas se decepcionan cuando descubren que el matrimonio no les ofrece todo lo que habían esperado y que su cónyuge no es exactamente tal y como se lo habían imaginado. Se llevan una gran desilusión cuando ven por primera vez ciertas faltas de la otra persona o cuando se dan cuenta de que algunos de sus defectos son más graves de lo que pensaban.

Ahora bien, la Biblia admite francamente que “los que se casan tendrán problemas” (1 Corintios 7:28, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1981). Esto se debe, en parte, a que la relación entre dos personas imperfectas tarde o temprano pone al descubierto sus respectivas faltas.

Además, muchos esperan tener un buen matrimonio sin necesidad de mover un dedo. Cegados por las ideas románticas de que una vez casados vivirán siempre felices, pasan por alto las responsabilidades y el esfuerzo que conlleva tener un matrimonio exitoso. Cuando irremediablemente se topan con la cruda realidad, quedan decepcionados y desconcertados. Por lo general, cuanto más exageradas son las falsas ilusiones sobre el matrimonio, mayor es el desencanto que se siente al verse cara a cara con la realidad.

Problemas de comunicación

¿Qué errores deben evitarse para que la relación marital sea cada vez más sólida? Algunas parejas caen en la rutina de oír sin escuchar y hablar sin comunicarse. En lugar de tratarse con cariño, se limitan a hablar lo necesario, solo intercambian fríamente alguna que otra frase seca y cortante. Ya no entablan diálogos francos y con sentido; ahora discuten continuamente por todo sin ton ni son. Los malentendidos generan peleas y ataques verbales, y al final, ambos se refugian tras un muro de silencio.

Lamentablemente, muchas personas no ven las cosas buenas que hace su cónyuge, y si las ven, no se las agradecen. Además, hay cada vez más parejas en las que ambos trabajan fuera del hogar, y no pocas mujeres se quejan de que cuando llegan del trabajo, casi todo el peso de las tareas domésticas recae sobre ellas; muchas también se lamentan de que su esposo no toma en cuenta sus necesidades emocionales.

¿Qué se puede hacer para tener un matrimonio feliz? Demos atención a los prácticos consejos de la Biblia recopilados a continuación.

[Comentario de la página 4]

Algunas parejas oyen sin escuchar y hablan sin comunicarse

[Comentario de la página 5]

Muchos esperan tener un buen matrimonio sin necesidad de mover un dedo