John Foxe y sus tiempos turbulentos
John Foxe y sus tiempos turbulentos
¿PUEDE la humanidad aprender de los errores del pasado, o son inútiles las lecciones de la historia? Pensemos en esta pregunta a medida que analizamos la vida de John Foxe, un historiador inglés que empuñó la pluma con la esperanza de que sus lectores conocieran y condenaran las indescriptibles crueldades que se efectuaban en su época.
Las crónicas de John Foxe, puestas por escrito durante la Reforma, cumplieron su objetivo e influyeron profundamente en la nación inglesa por siglos. A Foxe le tomó más de veinticinco años completar su obra, titulada originalmente Acts and Monuments of the Church (Actos y monumentos de la Iglesia), y hay quienes aseguran que solo la Biblia en inglés la supera como influencia formativa en la cultura y el idioma anglosajones.
Años turbulentos
John Foxe nació en Boston (Inglaterra) en 1516 o 1517, alrededor del tiempo en que, según la tradición, Martín Lutero clavó sus 95 tesis, o protestas, en la puerta de una iglesia de Wittenberg (Alemania). De modo que Foxe, católico de nacimiento, creció en una época en la que los reformadores estaban desafiando la autoridad y los dogmas de la Iglesia Católica.
Foxe asistió a la Universidad de Oxford. Entre las materias que cursó estaban el griego y el hebreo, lo cual le permitió leer la Biblia en sus idiomas originales. Evidentemente, esto afectó su fe católica. De hecho, sus compañeros comenzaron a sospechar que se estaba convirtiendo al protestantismo y lo delataron ante las autoridades universitarias. Como resultado, Foxe fue puesto bajo estricta vigilancia.
Tras obtener el grado de maestro en 1543, Foxe estaba listo para ser sacerdote. Sin embargo, se negó a recibir la ordenación, pues rechazaba el celibato obligatorio; esta fue la gota que derramó el vaso. Debido al rumor de que era hereje —lo que le hubiera costado la vida de haberse confirmado— se vio obligado a renunciar en 1545 a su cargo en Oxford. Dejando atrás una prometedora carrera académica, comenzó a trabajar de tutor para una familia que vivía cerca de Stratford-upon-Avon, en Warwickshire, donde se casó con Agnes Randall.
Agnes, que provenía de la cercana población de Coventry, le contó que una viuda de apellido Smith (o Smythe) les había enseñado a sus hijos los Diez Mandamientos y el Padrenuestro en inglés, no en latín, y que por ese “delito” había sido quemada en la hoguera junto con seis hombres que enfrentaban cargos similares. Esa terrible injusticia enfureció a la gente, por lo que el obispo hizo correr la voz de que las víctimas habían sido quemadas por un “delito mucho más grave”: comer carne en viernes y en otros días de ayuno.
* En 1401, el Parlamento trató de detener esta obra evangelizadora mediante un estatuto que confería autoridad a los obispos para encarcelar, torturar y quemar en la hoguera a los herejes.
Si estos mártires conocían porciones de la Biblia en inglés, era porque unos ciento cincuenta años atrás y pese a la oposición de la Iglesia, John Wyclef la había traducido del latín. Además, Wyclef adiestró a un grupo de predicadores llamados lolardos, quienes llevaban consigo porciones de las Escrituras para leerlas a la gente.Temiendo que lo arrestaran, Foxe se mudó con su familia a Londres, donde se pondría a favor del movimiento protestante. Se dio a la tarea de traducir al inglés tratados de los reformadores alemanes y otros tratados en latín. También redactó los suyos propios.
Foxe compiló la historia de los lolardos en Inglaterra, labor que finalizó en 1554. Se publicó en latín en Estrasburgo (ciudad que pertenece actualmente a Francia), en un pequeño volumen de 212 hojas. De hecho, este fue el comienzo de su obra Acts and Monuments of the Church. Cinco años después, la crónica ya contaba con más de setecientas cincuenta páginas tamaño folio.
El resultado mortal de la intolerancia
Durante la Reforma fueron masacrados en Europa miles de hombres, mujeres y niños. En Inglaterra subió al trono en 1553 una ferviente católica que llegó a ser conocida como Bloody Mary (María la Sanguinaria). El Parlamento inglés había roto todo vínculo con Roma en 1534, pero ella estaba decidida a someter de vuelta a su país a la autoridad del papa. Durante su reinado de cinco años, unos trescientos hombres y mujeres —entre ellos varios líderes protestantes— murieron en la hoguera acusados de herejía, y muchos otros murieron en prisión.
Foxe sobrevivió a este período gracias a que huyó con su familia a Basilea (Suiza) tras la coronación de María. En 1559, un año después de que ascendiera al trono Isabel (la hermana * que la convirtió en Gobernadora Suprema de la Iglesia. El papa Pío V reaccionó excomulgándola en 1570. No tardaron en descubrirse conspiraciones internacionales contra Inglaterra, entre ellas varios complots para asesinar a la reina. Como resultado, cientos de católicos fueron acusados de traición y ejecutados por orden de Isabel.
protestante de María), regresó a Inglaterra junto con otros exiliados. Ese mismo año, la nueva monarca había reinstaurado el Acta de Supremacía,¡Qué lejos estaban las iglesias —tanto la católica como la protestante— de las enseñanzas de Jesucristo! Él mandó: “Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen” (Mateo 5:44). Pero al desobedecer este claro mandato, unos y otros mancharon la reputación del cristianismo, lo cual se había predicho en la Biblia. En efecto, el apóstol Pedro dijo que por culpa de estos supuestos cristianos “se [hablaría] injuriosamente del camino de la verdad” (2 Pedro 2:1, 2).
Foxe finaliza su obra
De vuelta en Inglaterra, Foxe se dedicó a producir una edición extendida de su obra con detalles que al parecer habían presenciado algunos de sus lectores. La primera edición en inglés (que tenía unas mil ochocientas páginas y varios grabados) vio la luz en 1563 y fue un éxito rotundo.
La segunda edición apareció siete años más tarde. Se trataba de dos volúmenes con más de 2.300 páginas y 153 ilustraciones. Al siguiente año, la Iglesia de Inglaterra decretó que hubiera un ejemplar del libro de Foxe junto a la Biblia en todas las catedrales del país, así como en los hogares de los dignatarios eclesiásticos para el beneficio de los sirvientes y los visitantes. Las parroquias no tardaron en seguir el ejemplo. Incluso los analfabetos podían aprovecharse de este libro gracias a las impactantes ilustraciones.
Para entonces, Foxe se había unido a los puritanos, un grupo protestante que creía que no bastaba con separarse formalmente de Roma. Ellos enseñaban que también había que eliminar todo vestigio del catolicismo. Irónicamente, esta postura crearía un choque con la Iglesia de Inglaterra, la cual conservó innumerables costumbres y doctrinas del catolicismo.
Con su obra, que denunció muchas de las atrocidades religiosas que tuvieron lugar en los turbulentos tiempos en los que le tocó vivir, John Foxe moldeó por siglos la opinión de los ingleses sobre religión y política.
[Notas]
^ párr. 9 Véase el artículo “Los lolardos, valerosos predicadores de la Biblia”, de La Atalaya del 1 de enero de 1981.
^ párr. 14 El historiador D. H. Montgomery señala que en 1534, el Parlamento había aprobado el Acta de Supremacía, “la cual declaraba al rey Enrique cabeza indiscutible de la Iglesia y consideraba alta traición el rechazo a su nombramiento. Con la firma del acta, el rey invalidó de un plumazo las tradiciones milenarias de la Iglesia Católica. Así, Inglaterra se plantó con audacia ante el papa y creó una Iglesia Nacional independiente” (The Leading Facts of English History).
[Ilustración y recuadro de la página 28]
EL LIBRO DE LOS MÁRTIRES, DE FOXE
En la época en que la Iglesia Católica luchaba contra la Reforma, los martirologistas de Europa, como Jean Crespin y Foxe, recabaron detalles de la persecución y el martirio en sus países. * De ahí que la obra de Foxe llegara a conocerse como El libro de los mártires. Con el tiempo, tras la aparición de muchas versiones revisadas y abreviadas, dicho título terminó reemplazando al original.
[Notas]
^ párr. 26 Véase el artículo “El libro de los mártires, de Jean Crespin”, de ¡Despertad! de marzo de 2011.
[Reconocimiento]
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[Ilustración de la página 27]
John Wyclef preparó a predicadores itinerantes conocidos como lolardos
[Reconocimiento]
Del libro The Church of England: A History for the People, vol. II (1905)
[Reconocimiento de la página 26]
De la obra El libro de los mártires, de Foxe