¿Qué cosas deben cambiar?
¿Qué cosas deben cambiar?
“El gobierno no es la solución, sino el problema.” (Ronald Reagan, en su discurso de investidura como el presidente número cuarenta de Estados Unidos)
HAN pasado más de treinta años desde que Ronald Reagan hizo esa declaración. En aquel momento, Estados Unidos se enfrentaba a un problema colosal, a “una aflicción económica de grandes proporciones”, en palabras del presidente. “Padecemos la más larga y una de las peores inflaciones sostenidas en nuestra historia nacional —explicó—. [...] Durante decenios hemos ido acumulando déficit sobre déficit, hipotecando nuestro futuro y el de nuestros hijos en aras de la conveniencia temporal del presente. Seguir adelante de esta manera equivale a garantizarnos tremendos cataclismos sociales, culturales, políticos y económicos.”
Por más desalentadora que pudiera parecer su visión, Reagan no era pesimista del todo. Él aseguró: “Los males económicos se han gestado durante décadas. No se desvanecerán en días, semanas o meses, pero acabarán desapareciendo” (cursivas nuestras).
¿Cuál es la situación actual? El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos informó en 2009: “Cada vez más personas son [...] vulnerables a una infraestructura saturada, vivienda inadecuada y sistemas de salud obsoletos”. De hecho, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT) prevé que “en tres décadas, 1 de cada 3 personas vivirá casi en la total desesperación, sin servicios sanitarios ni agua potable, expuesta a los inminentes efectos del cambio climático, lo que favorecerá la propagación de enfermedades e incluso pandemias”.
Una preocupación mundial
Sea cual sea el país donde usted viva, piense en lo siguiente:
● ¿Goza de mayor seguridad económica que hace diez años?
● ¿Cuenta con atención médica adecuada para usted y su familia?
● ¿Ve alrededores más limpios y seguros?
● Al mirar al futuro, ¿se siente optimista y cree que las cosas mejorarán en los próximos diez, veinte o treinta años?
Un contrato social
Muchos gobiernos han creado lo que se llama un contrato social, un pacto —expreso o tácito— entre el pueblo y el Estado que establece los derechos y los deberes de ambas partes. Se espera, por ejemplo, que los ciudadanos obedezcan las leyes, paguen impuestos y contribuyan a un clima de seguridad. Por su parte, los mandatarios se comprometen a proporcionar atención médica adecuada, condiciones de igualdad para todos y seguridad económica.
¿Cómo les ha ido a los gobiernos en estos tres campos? Examine las pruebas en las siguientes páginas.
Atención médica adecuada
Lo que quisiéramos ver: Tratamientos de bajo costo y curas efectivas.
La realidad:
● Un informe sobre salubridad e higiene publicado por el Banco Mundial dice que “6.000 niños mueren cada día de enfermedades asociadas con la falta de saneamiento e higiene y el agua insalubre. Tan solo la diarrea mata un niño cada veinte segundos”.
● Tras un amplio estudio realizado en 2008 sobre la gestión de la salud pública “tanto en los países ricos como en los pobres”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que existen “peligrosos desequilibrios” y que el sistema de salud “nunca ha conseguido responder a la creciente expectativa social de recibir una atención sanitaria centrada en las personas, justa, asequible y eficiente”.
Dos años más tarde, la OMS informó: “Los gobiernos de todo el mundo a duras penas consiguen costear la atención de salud. A medida que las poblaciones envejecen, que más personas sufren enfermedades crónicas y que aparecen nuevos y más onerosos tratamientos, aumenta vertiginosamente el gasto sanitario”.
● La situación de la salud pública del mundo ha dado un giro letal: los antibióticos, considerados en su día medicamentos milagrosos, están perdiendo eficacia. Enfermedades infecciosas que solían matar a millones de personas —como la lepra y la tuberculosis— se curaban con antibióticos, los primeros de los cuales se utilizaron comercialmente a principios de la década de 1940. Pero ahora, según el informe Día Mundial de la Salud 2011, de la OMS, “el surgimiento y la propagación de agentes patógenos farmacorresistentes se han acelerado. Cada vez son más los medicamentos esenciales que pierden su eficacia. El arsenal terapéutico se está agotando”.
Lo que debe cambiar: Necesitamos que se cumpla la profecía bíblica que anuncia un tiempo cuando “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).
Justicia e igualdad
Lo que quisiéramos ver: Que se acabaran el prejuicio contra las minorías y el maltrato a la mujer; que se equilibraran las diferencias entre pobres y ricos.
La realidad:
● Un informe preparado por el Fondo Educativo de la Conferencia de Liderazgo sobre Derechos Civiles declaró: “El índice de actos de violencia perpetrados contra individuos, lugares de culto e instituciones comunitarias motivados por el prejuicio racial, religioso, sexual o nacional sigue siendo inaceptablemente elevado y continúa representando un grave problema en Estados Unidos”.
● “Millones de mujeres siguen sufriendo injusticias, violencia y desigualdad en el hogar, el trabajo y la vida pública”, advierte la ONU basándose en el informe El progreso de las mujeres en el mundo: en busca de la justicia. Estos son algunos ejemplos: en Afganistán, un 85% de las mujeres da a luz sin asistencia médica; en Yemen no existen leyes contra la violencia doméstica, y en la República Democrática del Congo, más de mil mujeres son violadas cada día.
● En octubre de 2011, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo que el nuestro es un mundo “de terribles contradicciones. Es un mundo con mucha comida, pero con mil millones de personas pasando hambre; con estilos de vida fastuosos para algunos, pero con pobreza para demasiados; y con grandes avances en medicina, pero con madres que mueren todos los días al dar a luz. [...] Se gastan miles de millones en armas para matar a la gente en lugar de invertirlos en su seguridad”.
Lo que debe cambiar: Necesitamos que se dé un trato justo a las minorías y a las mujeres y que se acabe con quienes “arrebata[n] de los afligidos [...] la justicia” (Isaías 10:1, 2).
Seguridad económica
Lo que quisiéramos ver: Empleo para todos y seguridad económica.
La realidad:
● Según el Instituto Worldwatch, hay cada vez “más trabajadores potenciales que podrían impulsar una expansión económica, pero el número de empleos tal vez no vaya al mismo ritmo. La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) calcula que, debido al actual deterioro de la economía mundial, la cifra de desempleados alcanzó los 205 millones en 2010”.
● “Un informe de la OIT advirtió de que la economía global está al borde de una nueva y más profunda recesión de empleos que podría generar tensiones sociales. La reciente desaceleración del crecimiento indica que solo se creará la mitad de los puestos de trabajo que hacen falta. [...] La OIT también midió la ira que causan el desempleo y la percepción de que el peso de la crisis no está repartido de manera equitativa. Dijo que muchos países, en particular Estados Unidos y los países de la región árabe, corren el riesgo de sufrir tensiones sociales.” (Noticia de la BBC.)
● En Estados Unidos, “la deuda promedio de tarjetas de crédito sobrepasa los 11.000 dólares, el triple con respecto a 1990”, sostiene el libro The Narcissism Epidemic (La epidemia del narcisismo), publicado en 2009. Según sus autores, mucha gente se llena de deudas tan solo para proyectar una imagen de opulencia. “Los estadounidenses ven personas con autos lujosos y ropa elegante y suponen que son ricas —afirma la publicación—. En realidad, en muchos casos es mejor suponer que están endeudadas.”
Lo que debe cambiar: Debería haber empleo para todos, así como una actitud equilibrada frente al gasto. Aunque la Biblia reconoce que “el dinero es para una protección”, también nos advierte que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales” (Eclesiastés 7:12; 1 Timoteo 6:10).
La información de las páginas 4 a 8 pudiera llevar a pensar que hay pocas razones para mirar al futuro con confianza. Sin embargo, la situación no es desesperada. Nuestro mundo cambiará. Cambiará para mejor, y no gracias a los esfuerzos de los gobiernos humanos.
[Ilustración y recuadro de la página 5]
¿Qué cambiarían del mundo actual los niños? Según la página electrónica 4children.org, se hizo un sondeo en Gran Bretaña a unos dos mil niños comprendidos entre 4 y 14 años, y estas son las cosas que ellos harían:
[Ilustración]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
100%
ACABAR CON EL HAMBRE
PONER FIN A LAS GUERRAS
ELIMINAR LA POBREZA
75%
CONSEGUIR IGUALDAD PARA TODOS
DETENER EL CALENTAMIENTO MUNDIAL
50%
25%
0%
[Ilustración y recuadro de la página 5]
En un sondeo llevado a cabo en Alemania en 2009 por la Fundación Bertelsmann se identificaron los temas de mayor preocupación para unos quinientos jóvenes comprendidos entre 14 y 18 años.
Entre las cuestiones de menos importancia para los jóvenes figuraron el terrorismo y el crecimiento demográfico; incluso la crisis económica ocupó un puesto bajo en su lista de prioridades. Según interpretación de la Fundación Bertelsmann, este hecho quizás obedezca a que los entrevistados todavía no se han visto afectados por tales problemas en la vida real.
[Ilustración]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
100%
75%
LA POBREZA
CAMBIO CLIMÁTICO Y LA DESTRUCCIÓN DEL MEDIOAMBIENTE
LA FALTA DE COMIDA Y AGUA POTABLE
50%
LAS EPIDEMIAS Y ENFERMEDADES MUNDIALES
25%
0%