El punto de vista bíblico
¿Vale la pena pagar el precio de presumir?
“Vestir unos vaqueros o cualquier otra prenda de marca puede hacer que una persona insegura pase del extremo de sentir que no vale nada al extremo de pensar: ‘Yo soy alguien, y si no me crees, mira la etiqueta de mis pantalones’.” (Chaytor D. Mason, psicólogo)
A FIN de obtener la admiración de los demás, algunos presumen de su ropa de marca o de cualquier otra cosa que esté de moda. Un artículo del periódico argentino La Nación dice que en un país asiático “existe la necesidad de ostentar la riqueza acumulada. Automóviles, joyas, colegios en el exterior y hasta ropa de diseñador para mascotas, todo lo que pueda dar estatus es consumido copiosamente”.
Claro está, no hay nada de malo en disfrutar lo que uno se ha ganado con el sudor de su frente. La Biblia misma afirma: “Que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios” (Eclesiastés 3:13). Pero ¿es prudente ser ostentoso, presumir de lo que uno posee? ¿Qué dice la Biblia?
“Al rico le llueven las amistades”
Cuando una persona que tiene dinero —o finge tenerlo— presume de sus posesiones, ¿a qué clase de amigos atrae? El siguiente proverbio bíblico, que pinta un cuadro muy acertado de la naturaleza humana, nos da una pista: “El pobre no tiene de amigo ni al vecino, pero al rico le llueven las amistades” (Proverbios 14:20, La Palabra de Dios para Todos).
Fíjese en lo que esto implica: “las amistades” que le llueven al rico en realidad no son amigos suyos, sino de su dinero. Son “amigos” solo por conveniencia, y sus halagos son falsos. La Biblia da a entender que las adulaciones son “una apariencia fingida”, es decir, una máscara que esconde un espíritu codicioso (1 Tesalonicenses 2:5).
Así que es bueno preguntarse: “¿Qué tipo de amistades prefiero? ¿Amigos que me quieran por lo que tengo, o amigos que me quieran por lo que soy?”. La Biblia indica que nuestra conducta influye en la clase de amigos que atraemos.
“La sabiduría está con los modestos”
Presumir de las cosas que uno posee crea otro problema, como lo demuestra el relato bíblico de Ezequías, un rey que vivió en la antigua ciudad de Jerusalén. En una ocasión mostró a ciertos dignatarios babilonios “todo cuanto se hallaba en sus tesoros”. Es muy probable que su inmensa riqueza impresionara a los visitantes. Pero puede que también haya despertado su codicia. Una vez que partieron, un profeta de Dios llamado Isaías le dijo con valor al rey: “Todo lo que hay en tu propia casa [...] será llevado a Babilonia. No quedará nada”. Y eso es justo lo que pasó años más tarde. Los babilonios regresaron y saquearon las riquezas que habían pertenecido a la familia de Ezequías (2 Reyes 20:12-17; 24:12, 13).
Hoy sucede algo parecido; muchos que exhiben sus posesiones se arriesgan a perderlas, al menos en parte. Un informe sobre la delincuencia y la seguridad en México declara: “Las muestras ostentosas de riqueza son un imán para los ladrones en la ciudad de México. El que lleva joyas o relojes caros, o usa grandes cantidades de dinero en efectivo se convierte en un blanco apetitoso”. Es mucho mejor seguir el consejo bíblico de no andar presumiendo de lo que uno posee (Jeremías 9:23). Como asegura Proverbios 11:2: “La sabiduría está con los modestos”.
Fíjese en las buenas cualidades de los demás
Quien es modesto y humilde no busca ser el centro de atención ni acaparar las miradas; más bien se concentra en las cualidades y virtudes de los demás. Filipenses 2:3 dice: “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes” (Nueva Traducción Viviente). Y Gálatas 5:26 aconseja: “No nos hagamos egotistas [vanidosos, Reina-Valera Actualizada], promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”.
¿Prefiere amigos que lo quieran por lo que tiene, o amigos que lo quieran por lo que es?
Del mismo modo, quien posee la sabiduría de la Biblia sabe que la generosidad y el respeto mutuo son los pilares de la amistad verdadera y que dicha amistad no se rompe aunque se esfumen las riquezas. Todo lo contrario, se va robusteciendo con los años; en Proverbios 17:17 se afirma: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo”. Además, la persona sabia, que trata de agradar a Dios, sabe que a él no le impresionan las apariencias, sino que mira a “la persona secreta del corazón”, lo que uno es por dentro (1 Pedro 3:4). Debido a eso, se esfuerza por cultivar las atrayentes cualidades que conforman lo que la Biblia llama “la nueva personalidad” (Efesios 4:24). En Miqueas 6:8 se mencionan algunas de estas cualidades: “¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”.
A los estudiantes de la Biblia no les sorprende que la sociedad actual no fomente la modestia. ¿Por qué? Porque la Biblia predijo que en “los últimos días”, los hombres serían “amantes del dinero, orgullosos, soberbios” y “engreídos” (2 Timoteo 3:1-5, Hermanos Menores Capuchinos). En un ambiente así, el que disfruta exhibiendo sus posesiones se siente como pez en el agua. Sin embargo, Dios pide al que le sirve: “Apártate de ellos”. Obviamente, no desea que nos contagiemos.