La hora de comer: más que sencillamente comer a una hora
La hora de comer: más que sencillamente comer a una hora
TODOS disfrutamos de una deliciosa comida. Si además le añadimos una amena conversación y la grata compañía de nuestros seres queridos, se convierte en una agradable ocasión en la que se satisface algo más que el apetito. Muchas familias suelen comer juntas al menos una vez al día, lo que les brinda la oportunidad de comentar los sucesos de la jornada o los planes futuros. Los padres que escuchan a sus hijos tienen una mejor comprensión de sus ideas y sentimientos. Con el paso del tiempo, estos momentos de feliz compañía generan en el círculo familiar una sensación de seguridad, confianza y amor que contribuye a su estabilidad.
Hoy en día, muchas familias no tienen oportunidad de sentarse juntas a la mesa debido al ajetreo de la vida. En algunas partes del mundo, ni siquiera está bien visto que las familias coman juntas o que hablen durante la comida. Y hay otras que suelen encender el televisor, lo que obviamente las priva de comunicación significativa.
Sin embargo, los padres cristianos están siempre atentos a las ocasiones que les surgen para ‘edificar su casa’ (Proverbios 24:27). Hace mucho tiempo se dijo a los progenitores que el mejor momento para transmitir la Palabra de Dios a sus hijos era ‘cuando se sentaran en su casa’ (Deuteronomio 6:7). La costumbre de comer juntos ofrece a los padres una oportunidad de oro para inculcar en los hijos mayor amor a Jehová y a sus principios justos. Si se mantiene un ambiente feliz y relajado, puede ser una experiencia animadora para toda la familia. ¡Que la hora de comer sea más que sencillamente comer a una hora!