Nos alegramos por su “victoria con el Cordero”
Nos alegramos por su “victoria con el Cordero”
EN 1971, Carey W. Barber escribió una carta en la que reflexionaba sobre sus primeros cincuenta años de servicio al Dios verdadero: “Los años que he pasado en el servicio a Jehová han sido excepcionales. El compañerismo con su pueblo, la protección contra los malhechores del mundo de Satanás, la perspectiva de obtener la victoria con el Cordero, Jesucristo, y la prueba del amor de Jehová se combinan y producen esa paz agradable y esa satisfacción interna que protegen el corazón y nos dan la esperanza segura del triunfo final”.
Seis años más tarde, el hermano Barber —cristiano ungido por espíritu— llegó a formar parte del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, y durante los siguientes treinta años siguió anhelando “la victoria con el Cordero”. La obtuvo al permanecer fiel hasta el día de su muerte, el domingo 8 de abril de 2007, cuando contaba con 101 años de edad (1 Corintios 15:57).
Carey Barber nació en Inglaterra en 1905 y se bautizó en Winnipeg (Canadá) en 1921. Dos años después, él y su hermano gemelo, Norman, se trasladaron a Brooklyn (Nueva York) para colaborar en un nuevo proyecto. Para ese entonces, el pueblo de Jehová estaba a punto de empezar a imprimir sus propios libros para difundir las buenas nuevas del Reino “en toda la tierra habitada” (Mateo 24:14). Una de las primeras asignaciones que recibió el hermano Barber fue operar una prensa pequeña que, entre otras cosas, imprimía expedientes para casos judiciales que se presentaban ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Posteriormente, trabajó en el Departamento de Servicio, donde dedicó sus esfuerzos a los asuntos de congregación y a la obra de predicar por todo el país.
Con esa experiencia, el hermano Barber estaba bien capacitado para cumplir con la asignación de ministro viajante que recibió en 1948. Como tal, visitó asambleas y congregaciones por todo el oeste de Estados Unidos. Dijo que lo que más le gustaba era predicar mientras disfrutaba del aire fresco. La asignación que tenía le permitió conocer a muchos hermanos. Su mente ágil y su celo por el ministerio fueron muy útiles cuando asistió a la clase 26 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Durante el curso hizo amistad con una compañera de Canadá llamada Sydney Lee Brewer. Después de la graduación se casaron, y su luna de miel fue el corto viaje que hicieron de Nueva York a Chicago (Illinois), donde visitarían las congregaciones de esa zona. La hermana Barber fue una valiosa compañera y una constante fuente de apoyo para su esposo durante sus dos décadas de servicio como superintendente viajante.
Quienes llegaron a conocer al hermano Barber durante el tiempo que fue superintendente de circuito y de distrito, o durante los treinta años que trabajó y viajó como miembro del Cuerpo Gobernante, recordarán por mucho tiempo sus discursos y sus animados comentarios. Tenemos sobradas razones para alegrarnos por su “victoria con el Cordero”.