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BIOGRAFÍA

Algo mejor que la fama

Algo mejor que la fama

En 1984 pasé, de la noche a la mañana, de ser una chica común y corriente a ser Miss Hong Kong. Mi foto apareció en la portada de revistas y periódicos. Cantaba, bailaba, daba discursos, presentaba programas de televisión, vestía ropa cara y hasta me relacionaba con personas importantes, como el gobernador de Hong Kong.

Al año siguiente empecé a actuar en películas, y en varias fui la protagonista. Los reporteros me querían entrevistar y fotografiar; me invitaban a estrenos, inauguraciones, comidas y cenas. Era el centro de atención.

En una película de acción

Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que esa vida no era tan emocionante como me había imaginado. La mayoría de las películas en las que actuaba eran de acción, y por eso, peligrosas. Los actores en Hong Kong no acostumbraban usar dobles, como en Hollywood; así que yo tenía que hacer mis propias escenas de riesgo, como por ejemplo, pasar con una motocicleta por encima de un auto. Muchas de mis películas eran inmorales y violentas, y algunas demoníacas.

En 1995 me casé con un productor de cine. Aunque parecía tener todo para ser feliz —fama, dinero y un buen esposo—, estaba triste y deprimida. Decidí dejar la actuación.

RECUERDO LO QUE APRENDÍ EN LA INFANCIA

Empecé a recordar con nostalgia la época cuando los sábados mi hermana y yo estudiábamos la Biblia con una familia muy cariñosa de testigos de Jehová. El padre, Joe McGrath, a quien llamábamos “tío Joe”, estudiaba con sus tres hijas y con nosotras. Era muy respetuoso con su esposa e hijas. A mí me gustaba ir a las reuniones con ellos, y algunas veces los acompañé a sus asambleas. Esos fueron tiempos muy felices, me sentía segura con los Testigos.

En mi casa la situación era muy diferente, era un desastre. Con su forma de vivir, mi padre le causaba muchas angustias a mi madre, y ella estaba deprimida. Cuando yo tenía unos 10 años, mi madre dejó de reunirse con los testigos de Jehová. Yo seguí adelante sin mucho entusiasmo y me bauticé a los 17 años. Pero al poco tiempo abandoné la conducta cristiana y dejé de formar parte de la congregación.

DECIDO VOLVER

Poco después de mi boda, dos representantes de la congregación de los testigos de Jehová que había cerca de mi casa me hicieron una visita. Me explicaron cómo podía recuperar mi amistad con Jehová Dios y le pidieron a una misionera, llamada Cindy, que me ayudara. Para ese entonces, no creía en casi nada. Por eso le pedí que me probara que la Biblia realmente es la Palabra de Dios. Cindy me mostró algunos ejemplos de profecías bíblicas que ya se habían cumplido. Poco a poco, nos hicimos buenas amigas, y acepté estudiar con ella las verdades básicas de la Biblia. Por primera vez en mi vida entendí que Jehová es un Dios amoroso que quiere que yo sea feliz.

Cuando empecé a ir otra vez a las reuniones descubrí que disfrutaba más de estar con los Testigos que con personas del mundo del espectáculo. Pero las vivencias de mi infancia hicieron que tuviera baja autoestima y que no confiara en nadie. Alguien en la congregación me enseñó con la Biblia cómo hacer frente a los problemas emocionales. También aprendí a hacer buenos amigos.

ALGO MEJOR QUE LA FAMA

En 1997, mi esposo y yo nos mudamos a la ciudad de Hollywood (California, Estados Unidos). Empecé a dedicar más tiempo a ayudar a personas a aprender cómo beneficiarse de los consejos de la Palabra de Dios. Enseñar a otros sobre la Biblia me ha hecho más feliz que toda la fama de mi carrera artística. En el 2002 me encontré con Cheri, una antigua conocida de Hong Kong. Nuestras vidas habían sido similares en muchos sentidos. Ella había ganado el concurso de Miss Hong Kong justo un año antes que yo. De hecho, cuando yo gané, ella fue la que me puso la corona. También era actriz y llegó a ser productora de cine, trabajando con directores muy famosos. Y al igual que yo, vivía en Hollywood.

Sentí mucha lástima por Cheri cuando me enteré que su prometido había muerto de un ataque al corazón. Ella no lograba hallar consuelo en su religión, el budismo. Le pasaba lo mismo que a mí: aunque había alcanzado la fama con la que sueña la gente, se sentía triste y desconfiaba de las personas. Empecé a enseñarle lo que había aprendido en la Biblia, pero sus creencias religiosas no le permitían ver la luz de la verdad.

Mi amiga Cheri en el rodaje de una película

En el 2003, un día me llamó Cheri desde Vancouver (Canadá), donde estaba grabando una película. Estaba muy emocionada porque me dijo que mientras conducía por la carretera y admiraba el paisaje, le oró a Dios: “¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?”. Justo en ese momento pasó frente a un Salón del Reino y vio el nombre Jehová. Pensó que aquella era la respuesta y quiso hablar con algún testigo de Jehová de inmediato. Así que hice algunas llamadas y, a los pocos días, Cheri fue a una reunión en chino en Vancouver.

“Estas personas realmente se interesan en mí —me dijo—. Puedo contarles cómo me siento.” Me dio mucho gusto oírle decir eso, porque cuando estaba en la industria del cine nunca tuvo amigos. Cheri siguió yendo a las reuniones. Pero en el 2005 la contrataron para producir dos películas épicas, y tuvo que regresar a Hong Kong. Felizmente, en el 2006 pudo dedicar su vida a Jehová y bautizarse como su Testigo en una asamblea allí. Ella quería dedicar más tiempo a servir a Jehová, pero su trabajo no se lo permitía, por lo que se sentía triste.

LA ALEGRÍA DE AYUDAR A OTROS

En el 2009, la vida de Cheri dio un giro. Decidió alejarse de la industria del cine para poder servir a Jehová plenamente. Hizo muchos nuevos amigos en la congregación. Empezó a dedicar la mayor parte de su tiempo a la evangelización y ahora disfruta ayudando a la gente a ser feliz (Mateo 24:14).

Cheri decidió aprender nepalí para apoyar a un grupo de Testigos que predicaba a la gente de Nepal que vive en Hong Kong. Cabe mencionar que en Hong Kong la gente tiende a discriminar a los nepalíes debido a que casi no hablan inglés ni chino y a que sus costumbres son distintas. Ella me decía que le gustaba mucho poder ayudar a estas personas a entender la Biblia. Por ejemplo, un día predicando de casa en casa, conoció a una mujer que sabía un poco sobre Jesús pero que no sabía nada sobre Jehová. Cheri le enseñó en la Biblia que Jesús le oró a su Padre en el cielo. Cuando la mujer se dio cuenta de que ella podía orarle al Dios verdadero, quiso aprender más. Al poco tiempo, su esposo e hija también empezaron a estudiar la Biblia (Salmo 83:18; Lucas 22:41, 42).

Cheri en la actualidad

Al ver cuánto disfrutaba mi amiga de todo el tiempo que dedicaba a la evangelización, pensé: “¿Por qué no me dedico a hacer lo mismo?”. Para entonces, yo también había regresado a Hong Kong. Decidí organizar mi vida para poder pasar más tiempo enseñando las verdades bíblicas. Me encanta escuchar a las personas y ayudarles a entender la Palabra de Dios.

Me encanta escuchar a las personas y ayudarles a entender la Palabra de Dios.

Por ejemplo, le di clases de la Biblia a una mujer de Vietnam que siempre estaba triste y con los ojos llenos de lágrimas. Ahora es una persona alegre que tiene buenos amigos en la congregación.

Cheri y yo encontramos algo mejor que la fama. Aunque el mundo del cine es emocionante y fuimos muy famosas, enseñar a las personas sobre Jehová es mucho más gratificante porque él recibe la gloria. Hemos comprobado lo ciertas que son las palabras de Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).