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LOS JÓVENES PREGUNTAN

¿Soy perfeccionista?

¿Soy perfeccionista?

 Lee las siguientes oraciones.

  •   No puedo sacar menos de un 10 (A+) en un examen.

  •   No me atrevo a aceptar nuevos retos por miedo a fracasar.

  •   Me tomo demasiado a pecho las críticas.

 ¿Te pasa esto a menudo? Entonces, puede que seas un perfeccionista. ¿Y qué tiene eso de malo?

 ¿Está mal ser perfeccionista?

 Tratar de hacer las cosas lo mejor posible no tiene nada de malo. Sin embargo, el libro Perfectionism​—What’s Bad About Being Too Good? (El perfeccionismo: ¿qué hay de malo en ser tan bueno?) explica: “Hay una gran diferencia entre el sano deseo de hacer las cosas lo mejor posible y la lucha enfermiza por lograr metas inalcanzables”. Y añade: “El perfeccionismo puede ser una carga muy pesada, porque, digámoslo de una vez, nadie es perfecto”.

 La Biblia dice lo mismo. En Eclesiastés 7:20 leemos: “Nadie en la tierra es tan perfecto que haga siempre el bien” (Dios habla hoy [DHH], 1994). Por eso, nunca lo harás todo de forma espectacular.

 ¿Te cuesta admitir eso? Pues fíjate en cuatro campos en los que te puede afectar el perfeccionismo.

  1.   En cómo te ves a ti mismo. Los perfeccionistas se ponen el listón demasiado alto y al final acaban decepcionados. Una chica llamada Alicia comenta: “Siendo realistas, nadie puede ser bueno en todo. Y si te martirizas por no hacerlo todo perfecto, puede que llegues a pensar que nunca haces nada bien y te deprimas”.

  2.   En cómo ves los consejos. Los perfeccionistas se sienten atacados cuando los aconsejan o corrigen. “Me siento fatal cuando me corrigen —dice un chico llamado Jeremy—. Ser perfeccionista te impide reconocer tus límites y aceptar la ayuda que necesitas”.

  3.   En cómo ves a los demás. Los perfeccionistas suelen esperar demasiado de los demás, y es lógico. ¿Por qué? Ana, de 18 años, lo explica: “Si tú mismo te exiges perfección, exigirás perfección de los demás y te sentirás decepcionado siempre que se queden cortos”.

  4.   En cómo te ven los demás. Y, bueno, si siempre les exiges demasiado a los demás, no te sorprenda que nadie quiera estar contigo. Beth dice: “Es agotador intentar estar a la altura de alguien perfeccionista. Nunca lo vas a lograr. ¿Y quién va a querer ser amigo de alguien así?”.

 Algo mejor que querer ser perfecto en todo

 La Biblia nos da este consejo: “Llegue a ser conocido [...] lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). Las personas razonables son equilibradas; no se exigen más de lo que pueden dar ni exigen demasiado de los demás.

 “La presión a la que estamos sometidos a diario ya es suficiente. ¿Para qué añadirse más intentando ser perfectos? ¿Quién puede aguantar todo eso?” (Nyla).

 La Biblia dice: “¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino [...] ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:8). Quien es modesto reconoce sus límites. Ni acepta más trabajo del que puede hacer ni le dedica más tiempo del que se puede permitir.

 “Si quiero cumplir bien con mis responsabilidades, tengo que ser razonable y aceptar solo las que puedo atender. Tengo mis límites” (Hayley).

 La Biblia dice: “Todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con el mayor empeño” (Eclesiastés 9:10, DHH, 1994). Así que el antídoto para el perfeccionismo no es ser perezoso; es ser trabajador, pero también razonable y modesto.

 “Trato de hacer mi trabajo de la mejor manera posible, y lo doy todo. Sé que nunca lo haré perfecto, pero me conformo con saber que hice todo lo que pude” (Joshua).