¿Por qué sucedió el Holocausto judío? ¿Por qué Dios no lo impidió?
Muchas de las personas que se hacen estas preguntas sufrieron una terrible pérdida, y no solo buscan respuestas, buscan consuelo. Otras consideran que el Holocausto es el colmo de la crueldad y que no puede haber un Dios que permita cosas como esas.
Conceptos erróneos sobre Dios y el Holocausto
Falso: Preguntar por qué Dios permitió el Holocausto es pecado.
Verdadero: Hombres y mujeres de fe se han preguntado por qué Dios permite la maldad. Por ejemplo, el profeta Habacuc le preguntó a Dios: “¿Por qué me haces ver tantas injusticias y tú aceptas el espectáculo de la opresión?” (Habacuc 1:3, Martín Nieto, 1992). En vez de reprender al profeta por esta pregunta, Dios la incluyó en las Escrituras para beneficio de todos.
Falso: A Dios no le importa vernos sufrir.
Verdadero: Dios detesta tanto la maldad como el sufrimiento que esta provoca (Proverbios 6:16-19). La Biblia dice que en los días de Noé, Dios “se sintió herido en el corazón” al ver que la Tierra se había llenado de violencia (Génesis 6:5, 6). Así pues, no cabe duda de que las atrocidades del Holocausto también le causaron un profundo dolor (Malaquías 3:6).
Falso: El Holocausto fue un castigo divino contra los judíos.
Verdadero: En el primer siglo, los romanos arrasaron Jerusalén, y Dios lo permitió (Mateo 23:37–24:2). Pero después de eso, no ha favorecido ni castigado a ningún grupo étnico. A su vista “no hay diferencia entre los judíos y los no judíos” (Romanos 10:12, Dios habla hoy [Versión Popular]).
Falso: Si realmente hubiera un Dios todopoderoso que nos amara, habría impedido el Holocausto.
Verdadero: Aunque Dios jamás ocasiona el sufrimiento, a veces lo permite durante algún tiempo (Santiago 1:13; 5:11).
¿Por qué permitió Dios el Holocausto?
Por la misma razón por la que ha permitido el sufrimiento a lo largo de la historia: aclarar ciertas cuestiones morales que surgieron en el pasado. La Biblia indica sin rodeos que es el Diablo —y no Dios— quien está gobernando el mundo (Lucas 4:1, 2, 6; Juan 12:31). Dos observaciones basadas en la Biblia pueden ayudarnos a entender por qué Dios no impidió el Holocausto.
Dios creó al hombre con libre albedrío. Dios les expuso a los primeros seres humanos, Adán y Eva, lo que él esperaba de ellos; pero no los obligó a obedecerlo. Ellos optaron por determinar personalmente lo que estaba bien y lo que estaba mal. Y su mala decisión tuvo terribles consecuencias (Génesis 2:17; 3:6; Romanos 5:12). Desde entonces, la humanidad ha sufrido por muchas otras malas decisiones. De hecho, la publicación Statement of Principles of Conservative Judaism (Declaración de principios del judaísmo conservador) señala: “Gran parte del sufrimiento mundial es consecuencia directa de haber abusado del libre albedrío que se nos ha concedido”. Sin embargo, lejos de privar a la humanidad de su libre albedrío, Dios le ha dado tiempo para que trate de dirigir los asuntos a su manera.
Dios puede y quiere reparar los daños que ocasionó el Holocausto. Él promete resucitar a los millones de personas que han muerto, incluidas las víctimas del Holocausto. También borrará los terribles recuerdos que atormentan a los supervivientes (Isaías 65:17; Hechos 24:15). El amor que Dios siente por la humanidad es una garantía de que cumplirá sus promesas (Juan 3:16).
Muchas personas que sufrieron los horrores del Holocausto lograron hallarle sentido a su vida y conservar la fe. ¿Qué les ayudó? Comprender la razón por la que Dios permite la maldad y saber qué hará para eliminar sus consecuencias.